Los veterinarios que cuidan al calderón atrapado en el puerto desde el pasado viernes se desayunaron ayer con dos sorpresas. La primera de ellas, que el cetáceo era, en realidad, la cetácea. Se trata de una hembra de corta edad que ha perdido a su madre, como contó ayer Levante-EMV.

La segunda noticia es mucho peor. Los análisis de sangre realizados a la cría indicaron que sufre una infección respiratoria, una neumonía, y que tiene distrofia muscular por falta de alimentación. Además, todo parece indicar, a la espera de nuevos análisis, que la calderón tiene problemas gastrointestinales derivados, es una hipótesis que manejan los veterinarios, de haber comido un pedazo de plástico.

Debido a los resultados de los exámenes preliminares, los veterinarios que pasan el día junto al improvisado tanque donde vive la cetácea desde el jueves se mostraban ayer más pesimistas. «El pronóstico es reservado», explicó José Luis Crespo, veterinario del Oceanogràfic, que lleva desde el jueves casi de manera ininterrumpida junto al animal.

Durante la tarde de ayer se le practicaron nuevos análisis, pero los veterinarios alertan de que el empeoramiento del animal «puede ser muy brusco. Si hay mejora se verá de manera mucho más lenta, pero si se pone peor, puede ser cosa de horas», comentó Crespo, que emplazó a los resultados de dentro de una semana para conocer la progresión del animal atrapado en el puerto.

Durante el día de ayer, el carácter de la cetácea había cambiado con respecto al sábado. Le costaba comer, incluso cuando los biólogos le lanzaban la comida desde el pantalán. De hecho, durante todo el día miembros del equipo de técnicos y veterinarios que cuidan al animal nadaron junto a ella cada hora y media, para intentar que se acostumbrara al contacto humano. Además, los calderones son animales muy sociales. «Se rozan en superficie muy a menudo», explicó Crespo, que señaló que por esa razón introdujeron en el agua dos grandes boyas. «Ha jugado con una de esas un poco», comentó.

En una de las inmersiones, los biólogos consiguieron sacarle sangre para realizarle nuevos análisis. Aprovecharon entonces para alimentarle de mano de los biólogos, lo que es un «buen síntoma», según Crespo.

Decenas de curiosos

Ayudados por la Patrulla Verde de la Policía Local de Valencia, el equipo del Oceanogràfic intentó ayer en varias ocasiones que la gente se mantuviera más allá de un cordón de seguridad para evitar que se acercaran demasiado al tanque donde vive la calderón, pero finalmente desistieron. Decenas de personas acudieron a la dársena deportiva para ver de cerca a la calderón. En su mayoría, eran familias con niños que disfrutaban con «el delfín». También se acercaron muchos ciclistas. La zona de acceso, el lado sur de la Marina Real Juan Carlos I, es muy frecuentada por ciclistas y patinadores, que se dejaron caer por la dársena para ver de cerca a un animal que no se suele ver en las costas.