La ordenanza de la prostitución se encuentra ya en pleno funcionamiento y según fuentes municipales está surtiendo efecto. No ha habido aún ninguna multa porque no ha habido reiteración, dicen, pero se han levantado más de un centenar de actas de advertencia y su efecto disuasorio ha sido tal que la actividad en la calle se ha reducido un 70%, calcularon las fuentes.

La ordenanza de la prostitución sanciona con entre 300 y 2.000 euros a los clientes que busquen o practiquen sexo en la vía pública. Para las mujeres no se prevé sanción alguna por este motivo y además tienen programas de inserción laboral que ya están en marcha. Es una medida dirigida principalmente al barrio de Velluters, más exactamente al conocido como barrio chino, porque el resto de la prostitución callejera hay que buscarla fuera del casco urbano.

La entrada en vigor del texto se produjo la semana pasada y hasta ahora la Policía Local, que durante los primeros días se dedicó a unificar criterios sobre la forma de actuación, sólo ha levantado actas de advertencia, primer paso contemplado en la ordenanza antes de imponer una sanción. Ya al finalizar la semana pasada se habían levantado 40 actas por este motivo.

La mayor actividad, no obstante, se esperaba el fin de semana y era también el momento de comprobar el efecto de la ordenanza. Y, al parecer, ha sido muy importante. Según fuentes municipales, se han levantado ya más de un centenar de actas de advertencia, es decir, se ha advertido por escrito a más de un centenar de clientes de que no pueden buscar sexo en la calle y que a la próxima vez serán sancionados, extremo que no se ha producido en ningún caso. «Al que le dan el papel no vuelve», dijeron las fuentes.

De hecho, bien sea por estas actas o bien sea por el miedo a la ordenanza en general, la realidad es que la actividad ha bajado el fin de semana un 70% en las calles del barrio chino y en los alrededores. Asegura la Policía que el cambio respecto a otros fines de semana ha sido muy grande, aunque todavía sigue habiendo un problema de orden público que hay que evitar.

En el futuro, tanto los responsables políticos como los policiales confían en que esa actividad siga cayendo y a ser posible se extinga, aunque son conscientes de que la prostitución no se acaba simplemente por esto.