El pasado jueves tuvo lugar la primera mesa de participación pública del Plan Especial de la Marina Real Juan Carlos I que como valenciano, arquitecto y profesor de arquitectura tengo el orgullo y el honor de coordinar. La mesa de universidades se programó la primera con la intención de que el debate fuera conceptual y disciplinar; de ideas y estrategias. Y así ha sido. No es mi intención ahora hacer un resumen de la misma, pero sí indicar las principales preocupaciones que quedaron de manifiesto y que, sin duda alguna, me resultan de gran utilidad en mi objetivo de mejora de lo que ahora está expuesto al público para, si procediera, su aprobación provisional por el Ayuntamiento de Valencia.

Nunca he dudado acerca de la necesidad de que el Plan Especial se incardinara adecuadamente en el conjunto de la ciudad „vertebración es la palabra que más se repitió en este orden de cosas„ y, en consecuencia, no me han cogido por sorpresa las llamadas de mis colegas en este sentido. Honestamente, he de afirmar que he querido hacerlo y si en el resultado no se percibe insistiré en ello en la formulación definitiva. Pero no creo que se pueda afirmar que un asunto de tal trascendencia ha sido ignorado.

Estoy revisando con atención los ejes urbanos principales, las articulaciones con los espacios próximos, las vías y formas de acceso y las complementariedades funcionales; siempre con la firme intención de reforzar la vertebración simultánea a escala metropolitana y vecinal. Y así será.

Pero hay que aclarar que el conjunto de la ciudad „y también los barrios más cercanos, desde Nazaret hasta el linde con Alboraia, incluido el reciente PAI de Cocoteros Grao„ tiene consolidada una planificación urbanística que no es momento de poner patas arriba y en la que la seguridad jurídica no puede verse cuestionada.

Por otro lado es arriesgado creer que la planificación sectorial anterior ha ignorado la vertebración que ahora se reclama. El plan especial no se ha redactado hasta que no se ha producido la correspondiente cesión a la ciudad de la dársena, que viene funcionando, de forma «espontánea» y con diferente fortuna, como un trozo de la ciudad desde hace años.

Se trata ahora de definir una estrategia meditada a medio y largo plazo que optimice logros y oportunidades y evite amenazas y debilidades. Y no me cansaré de afirmar que un urbanismo productivo, participativo y flexible, es la herramienta más apropiada. El «para qué» y el «cómo» son cuestiones de importancia que no han sido ajenas en el proceso de pensamiento de este plan. «Para qué» como una forma clara de dibujar los objetivos definidos para poder no sólo diseñar las herramientas, para alcanzarlos y al tiempo comprobar que se van logrando. El «cómo» no es otro que la manera en que el plan se ha redactado.

Otros asuntos relacionados con mis llamadas a la sostenibilidad urbana o con una mayor concreción de su viabilidad económica, que también fueron tratados en esta sesión no me parecen difíciles de abordar. Claro que no espero «adhesiones incondicionales» sino una crítica constructiva, realista y factible que la mejore. Este y no otro es el objetivo de la participación ciudadana, que si para algunos no es la «ideal» que se deriva de modelos académicos, aún no suficientemente contrastados, hay que reconocer que va mucho más allá de lo habitual y lo reglamentado.

Sin duda alguna las mesas posteriores „se realizarán al menos dos más„ van a seguir arrojando luz y cumpliendo con su cometido.