Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Construcción colosal

La ruta del gran circo romano

Una exposición municipal rescata temporalmente del olvido el hipódromo del siglo II cuyos restos se conservan en varios puntos de la ciudad desde un hotel hasta una iglesia

Están colocados al revés, pero se cree que las tres piedras cónicas del restaurante del hotel Marqués de Caro son el remate de los obeliscos, piezas conmemorativas de entre dos y tres metros de alto

El circo vuelve a la ciudad por Navidad. También el romano. Una exposición municipal en l'Almoina ha sacado de un olvido que dura más de 15 años esta colosal construcción del siglo II, la más grande erigida por los romanos en Valentia, con 350 metros de largo por 70 de ancho. Sobre la trama actual de la ciudad, el circo romano se encontraría entre la calle de la Paz y la plaza de Nápoles y Sicilia. Partes del mismo salieron a la luz durante distintas obras de la década de los 80 y 90 del siglo pasado. De las diez zonas en las que aforó el circo, sólo en dos se han restaurado e integrado los restos arqueológicos y pueden visitarse.

En el número 34 de la calle del Mar, un edificio que en la actualidad funciona como restaurante (El Soho) se puede comer o cenar junto a las ruinas del circo. Incluso se puede elegir entre una mesa en la pista o en la zona de las gradas. No muy lejos, en la calle Almirante, los restos de época romana hallados han quedado integrados en un moderno hotel, entre ellos tres piedras cónicas que, según el arqueólogo municipal, Albert Ribera, el principal investigador del circo romano, se corresponderían con el remate de los obeliscos de la «spina» del circo.

Otro de los tramos del hipódromo que se conserva pero que, de momento, no es visitable se encuentra en la cripta de Santa Bárbera de la Iglesia de San Juan del Hospital, en la calle Trinquete Caballeros. Allí los arqueólogos localizaron la «spina» del circo, en concreto, una de las dos paredes paralelas, separadas por un foso de unos dos metros de ancho, que constituían la citada «spina» alrededor de la cual giraban las cuádrigas y sobre la cual se disponían los obeliscos con los símbolos y ofrendas de los deportistas. La falta de inversión mantiene paralizado desde hace años el proyecto de restauración de la «spina» y su exposición al público a través de una ventana.

Otros partes de suma importancia como la cabecera del circo, que se localizó en 1995 en la calle de la Paz y que confirmó las hipótesis de Ribera sobre la existencia de un circo romano, se conservan pero no se pueden ver porque tras documentarse se decidió, en contra de las recomendaciones de los arqueólogos, taparlas y construir sobre las mismas.

Peor suerte corrieron otras partes del circo localizadas antes de que los arqueólogos consiguieran dar forma al puzzle del circo romano y que desaparecieron por desconocimiento. El primer tramo del hipódromo se localizó en 1987 durante unas obras en Nápoles y Sicilia. Los muros de cinco metros de ancho que aparecían apuntaba a la hipótesis del circo que no se dio por definitiva hasta que en 1995 apareció la cabecera en forma curva en la calle de la Paz y en 1997 la «spina» en San Juan.

Compartir el artículo

stats