El párroco de la iglesia de los Santo Juanes, Vicente Vicedo, todavía no sale de su asombro al relatar lo ocurrido el pasado martes en el templo, cuando un hombre de unos 45 años de edad se coló en la parroquia para derribar y destruir las imágenes religiosas de los altares de la iglesia. Tras arrojar dos esculturas en la capilla de San Antonio, un grupo de feligreses fue capaz de reducir al autor de los destrozos hasta que los agentes de la policía acudieron al lugar de los hechos.

Según cuenta Vicedo, mientras celebraba la misa de las 12 del mediodía en la Capilla de la Comunión (un espacio adjunto a la nave central), un hombre entró en los Santos Juanes sin despertar sospechas. Al cabo de unos minutos inició la labor que tenía en mente: lanzar al suelo y romper la ornamentación de la iglesia.

«Escuché un gran estruendo en el interior del templo y, al terminar la misa que estaba oficiando salí de la capilla y me encontré con que feligreses, visitantes y turistas retenían a esta persona», indicó ayer el párroco.

Al parecer, tal como contaron los testigos presentes en la escena, una vez el individuo estaba dentro del templo, decidió saltar por encima de la verja que protege la capilla de San Antonio. Desde dentro de ella, lanzó por encima de la verja metálica las imágenes de madera de San Roque, de aproximadamente un metro de altura, y la de San Enrique, algo más grande, de 1,70 metros. Ambas se estrellaron en el suelo y sufrieron graves daños. Ambas esculturas ahora guardadas en una de las estancias de la iglesia, se han precintado a la espera de las investigaciones oportunas. Según el párroco, ambas figuras están descabezadas, y han sufrido graves perjuicios en las extremidades como consecuencia de los violentos golpes a las que fueron sometidas.

Al respecto, Vicedo precisó que las figuras tienen cerca de cien años. Las dos imágenes están valoradas en cerca de 6.000 euros. No obstante, el mal aún pudo ser peor. Encendido en su ánimo, el autor de los desperfectos volvió a saltar la verja para dirigirse a la capilla contigua de San Vicente Ferrer, dañando también la talla de un monaguillo que cayó al suelo, el llamado «limosnero», presente en muchas parroquias.

Fue entonces cuando pudo ser interceptado por varios visitantes y feligreses, que lograron retenerlo. Su idea, en cambio, era la de penetrar en la capilla de San Vicente Ferrer para lanzar al suelo los candiles dorados que la adornan.

Los agentes de las policías Local y Nacional detuvieron al asaltante minutos después y pasó a disposición judicial. Mientras era identificado, el hombre, con antecedentes por delitos menores, amenazó con a repetir el destrozo de imágenes religiosas en cuanto vuelva a quedar libre.

«No comprendo por qué lo hizo»

Vicedo aseguró que no se trata de un vecino de la zona ni un habitual de la parroquia. «No lo conocía de nada», aseveró el sacerdote, quien no logra encontrar la explicación a su actitud agresiva con los santos de la iglesia. «Con lo mal que lo está pasando la gente, alguien puede entrar para robar cosas y luego venderlas, pero entrar para empezar a romper las tallas... no lo comprendo».