La Albufera se muere. El titular lapidario de los años setenta que movilizó a la sociedad valenciana y al mismísimo naturalista y divulgador Félix Rodríguez de la Fuente, vuelve a ser plena actualidad. La modernización del regadío, con el consiguiente descenso en el volumen de retornos de riego del Júcar que llegan al lago; la exigua e indefinida „no se sabe de dónde llegan„ asignación de 174 hectómetros cúbicos anuales que figura en el Plan Hidrológico del Júcar (PHJ), la salinización de los acuíferos costeros y la falsa confianza oficial en los caudales aportados por las depuradoras de aguas residuales en el entorno del lago son un lastre muy pesado que hace imposible la recuperación del espacio natural.

Expertos en microbiología, ecología, ecosistemas, peces, aves, arroceros, pescadores, caza y turismo sostenible se reunieron ayer en la Universidad Politécnica (UPV) de Valencia para analizar la situación actual del lago y del parque natural circundante y su próxima evolución.

En el fondo de casi todos los problemas reseñados por los ponentes figura en titulares la falta de agua.

Juan Miguel Soria, del departamento de Microbiología y Ecología de la Universitat de Valencia, manifestó que la modernización de los regadíos de la Acequia Real del Júcar ha dado la puntilla a la Albufera. Las aguas encargadas de regenerar, supuestamente, el lago son una mezcla de aguas casi salobres del Turia mezcladas con las procedentes de las depuradoras de Quart Benácher y Pinedo (que representan un 41% de las aportaciones); las aguas «puras» que llegan del oeste por la Acequia Real y sus brazales, (un 7%) y las aguas y sobrantes de la Acequia Real del Júcar procedentes del sur, que reciben también caudales de depuradora de la EDAR Albufera Sud y que suponen un 52% de las aportaciones.

El problema se ve agravado por una gestión de compuertas que provoca una rápida renovación en el sur del lago „cada siete días„ y una nula regeneración del resto „solo con lluvias torrenciales.

«Para conseguir el buen estado de la Albufera que fija la directiva marco del agua es necesario fijar un caudal mínimo de aguas que deben aportarse a la laguna estimado en 250 hm3/año más las escorrentías naturales de la lluvia», explica Soria

La «calidad» del agua, que debe ser «buena», es decir sin nutrientes, pues de lo contrario „como ocurre actualmente debido al caudal de las depuradoras„ «produce eutrofización» que consolida e incluso agrava el estado actual. «La dificultad para los gestores reside en dónde pueden obtenerse los volúmenes de agua necesarios para que a la laguna pueda mejorar su estado, dada la demanda actual de recursos hídricos», destaca el experto.

A una pregunta directa sobre las posibilidades reales de regeneración con lo dispuesto en el actual PHJ, Soria fue tajante: «Nos están engañando: en 2004 se invirtieron muchos millones en modelos que no se aplican para decirnos ahora que no hay recuperación posible hasta el 2027, una fecha en la que nos presentarán nuevos y costosos modelos para decirnos que hay que esperar al menos otros 15 años, y será mentira», destacó.

Para los expertos, o hay una asignación garantizada de aguas limpias del Júcar y solo se admiten caudales depurados con menos de 0,1 miligramos de fósforo frente a los 0,6 actuales.