Los actos oficiales del día del patrón, que se resumen en la misa solemne y la posterior procesión en torno a la catedral, se caracterizaron por la frialdad de los actos, la ausencia del cardenal Cañizares y unas invitadas sorpresa: unas ruidosas obras.

La frialdad no estuvo ya en la gélida y desapacible mañana, sino en la ajustada presencia de fieles y las escasas muestras de devoción por el santo. Sentados en primera fila estuvieron 14 concejales del PP, encabezados por la alcaldesa Rita Barberá, y detrás de ellos tres del Grupo Socialista, con Joan Calabuig al frente. Compromís y Esquerra Unida, como es habitual, no tuvieron representación, luego parte de su bancada quedó vacía, lo mismo que el espacio reservado a los invitados ilustres, entre los que estuvieron el conseller de Gobernación, Luis Santamaría, el general de la Guardia Civil, Fernando Santafé, o el magistrado Fernando de Rosa.

Tampoco la homilía del obispo emérito de Mondoñedo, José Gea Escolano, puso calor a la misa. Centrada en la figura de Jesús, dejó de lado los problemas de la sociedad actual, de forma que lo más comentado de su intervención fue su valencianía, detalle desconocido por la mayoría, y la ausencia de quien debía haber ocupado ese puesto, el cardenal Cañizares, arzobispo de Valencia, que siendo su primer día de San Vicente Mártir viajó a Madrid para acudir al comité ejecutivo de la Conferencia Episcopal.

Los mártires de hoy

Para dirigirse a los valencianos Cañizares dictó una carta en la que recuerda que miles de cristianos «están siendo martirizados por ideologías, no por religiones», y que seguir el ejemplo de San Vicente significa superar el «relativismo rampante, tremendo que nos está ahogando». En su opinión, hay que hacer «caso de la sangre» de estos cristianos para contrarrestar «un plan equivocado y diabólico» que «no podrá triunfar». «Esos mártires —afirma— son la semilla de nuevos cristianos como lo fue San Vicente Mártir».

Por lo demás, destacar el ruido de las obras del museo catedralicio, que acompañó todo el acto pese a ser día festivo en Valencia y estar en la propia catedral; y la procesión, solemne para los devotos e icónica y sorprendente para los muchos turistas que también la disfrutaron.