Plácido Hernandis dimitió recientemente tras 28 años en la presidencia de Marqués de Caro - Doctor Chiarri. La salud del que hasta ahora era uno de los presidentes con más años consecutivos en «la profesión» se resintió el pasado agosto cuando sufrió un ictus, por ello tomó la decisión de entregar el el testigo tras casi tres décadas. Asegura estar bien, con la vista «algo tocada», pero con el entusiasmo intacto.
Tras toda una vida como presidente, con las numerosas responsabilidades que conlleva y el trabajo que implica. ¿Cómo afronta las próximas fallas tras esta decisión de dejar el cargo?
No seré el presidente, pero las viviré con el mismo entusiasmo. No ha sido un cambio traumático. Francisco Ortiz -el nuevo presidente- es mi amigo desde que teníamos 4 o 5 años.
Durante todos estos años en los que ha estado al frente de esta comisión, la ciudad, y en concreto el barrio del Carmen -en el que «vive» la falla-, ha cambiado de forma drástica. ¿Cómo ha vivido esta evolución y en qué ha influido la rehabilitación de la zona en la falla?
Antes de que yo fuera presidente los falleros de esta falla solían vivir aquí, por lo que bajar a la falla les resultaba más sencillo. Ahora es todo lo contrario. Si bien es cierto que en aquella época ya había gente que salía del barrio para vivir fuera de él, la rehabilitación de la zona durante estas décadas en general, ha sido positiva.
¿Es Valencia un lugar mejor ahora que antaño para albergar una fiesta como las fallas?
Sí, Valencia es ahora una ciudad mejor para albergar las fallas, lo que ocurre es que las personas que han llegado para vivir en este barrio, la mayoría no son falleros y la convivencia de las fallas con el vecindario suele resultar complicada, aunque nosotros en la falla no hemos tenido nunca problemas y nos llevamos bien con nuestros vecinos.
¿Cómo sobrevive una falla cuya vida transcurre en un barrio en el que sus falleros no tienen generalmente su casa?
Es una aventura. Todos los viernes tenemos reunión y una vez al mes realizamos la Junta General. Lo preparamos todo a propósito para que la gente llegue poco antes de las diez de la noche y puedan aparcar en el carril bus -única forma de conseguirlo en el barrio-.
¿Cómo es la semana fuerte de las fiestas y qué trucos tienen los falleros «forasteros» -de barrio- que hay en la comisión?
En la semana de fallas, los que podemos, alquilamos un piso cercano al casal porque prácticamente vivimos las 24 horas del día en él, con el esfuerzo económico que eso conlleva y la obligación de recoger todo lo que traes en cuanto se acaban esos días. Si lo piensas bien son todo problemas, por eso es una proeza ser de esta falla.
Una falla que nunca ha estado en peligro de disolverse a diferencia de otras pequeñas. ¿Cuál es el secreto de la supervivencia?
El cariño de los falleros por su falla. La mitad de la comisión está con nosotros desde que nacieron, pues sus ascendientes ya formaban parte de ella. Por ello somos personas con ganas de que todo continúe e intentamos atraer a los amigos. Esta es una falla que pagan los falleros. La fiesta se hace según lo que se puede reunir cada año.
Casi tres décadas al frente de esta comisión y sin estridencias. ¿Cómo logra pasar desapercibido con tantos años en el cargo?
Yo sólo me dedico a la falla y a ser fallero. No me solía prodigar en los medios porque no he tenido especial interés en que me conozcan, aunque si me llaman les atiendo.
Corren tiempos difíciles.¿Qué futuro le augura a las fallas más pequeñas?
Mientras los falleros quieran a su falla como nosotros queremos a la nuestra, sobrevivirán, aunque con la gente más joven no sé que va a pasar, no todos cuajan.
¿Con qué se queda de todo lo conseguido en su larga trayectoria como presidente?
Estoy orgulloso de haber conseguido un casal -lo tienen desde 1998- de la rehabilitación de la finca y de no deberle dinero a nadie.
