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Y sin embargo me quedo

Medio y fin

Medio y fin

Esta semana he estado reflexionando sobre costumbres y tradiciones. Era tradición que las mejores paellas se hacen en Valencia y ahora resulta que gana el concurso un madrileño, por eso seguramente ha salido en todos los medios nacionales, y que además cobra veinticinco pavos por un plato. No es costumbre bailar en los mítines y Miguel Iceta es acribillado por hacerlo, pero como decía Emma Goldman, si no puedo bailar no me interesa tu revolución.

Desde siempre me enseñaron a planteármelo todo, a veces es tedioso pero funciona. ¿Por qué hago esto? Y sobre todo ¿por qué lo hago así? Muchas veces la conclusión me ha llevado a cambiar la metodología. Te das cuenta que haces muchas cosas de una determinada manera porque en su momento las circunstancias te hacían hacerlo así o porque no tenías información suficiente. Si no repasas de vez en cuando te encuentras con absurdas pérdidas de tiempo, las circunstancias cambian y cada vez tenemos más información.

Este planteamiento se nota sobre todo en las costumbres, hacemos algo por costumbre y hasta que no reflexionamos no nos damos cuenta que se puede hacer más rápido o descubrimos al informarnos que es peligroso. Las cosas se hacen para un fin y a fuerza de hacerlas se convierten en costumbre pero el fin no puede ser la costumbre.

Con las tradiciones pasa algo parecido, el fin de una tradición es unir a una comunidad, reforzar la conciencia de pertenencia a un grupo y a través de ritos sentirte orgulloso de esa pertenencia. Confundimos los medios con el fin. No podemos aferrarnos al medio si ya no conduce a ese fin. Ese sentimiento de formar parte de una comunidad es necesario para el desarrollo de las personas y se consigue a través, entre otras cosas, de rituales, festividades, tradiciones, etc. En el momento en que ya no lo consiguen dejan de tener sentido.

Hay tradiciones que pueden no entenderse, como que los americanos coman pavo en acción de gracias, pero tienen un fin, unir a la familia una vez al año en una sociedad que tiende a la disgregación. También pueden perderse o cambiarse, como aquí ocurre con la paella de los domingos. Si la familia vive lejos o trabajan o no tienen recursos para reunirse no tiene sentido seguir haciendo una paella para doce si nadie va a comérsela. Se buscan otros medios para conseguir ese fin que sigue teniendo sentido aunque el medio, la costumbre o la tradición ya no lo tengan.

Todo esto me viene a la cabeza, por supuesto, por el Toro de la Vega. Esa tradición ya no une a una comunidad, las circunstancias por las que se creó han cambiado, una tradición debe ser algo digno de respetar por el fin que persigue y desde luego que esa no lo es. Ese fin, reafirmar la cultura, sentir las raíces comunes se consigue por otros medios que no sean matar cruelmente a un animal y disfrutar con ello. Es imposible que eso haga sentirse orgulloso a alguien. Eso no es cultura, no es tradición, la tradición es celebrar cosas juntos, durante unos días cesar en la actividad y cohesionar lazos en la comunidad, eso es lo que hay que defender, eso es lo que constituye nuestra cultura. No se puede defender algo en nombre de la tradición porque es un medio, no un fin. Si cambia la forma, matar a un animal, el fondo, sentirse unidos, no cambiará.

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