«Hay infraestrucutas que no van a tener utilidad en el futuro actuaciones sin retorno que van a acabar por convertirse en gasto. Y entiendo que los boxes acabarán siendo derribados en cuanto se entreguen al ayuntamiento». Así se explicó ayer Blanca Marín, directora general de la EIGE, Entidad de Infraestructuras de la Generalitat, que anunció en Radio Valencia que la Generalitat va a devolver al ayuntamiento los tinglados 4 y 5 del Puerto de Valencia y que con ellos se irán los 22 millones de euros invertidos en su reconversión en boxes, puesto que este dinero no será reclamado al ayuntamiento.

Marín aprovechó para cargar nuevamente hacia lo que significó la celebración del gran premio automovilístico en la ciudad y lo que esto supuso en materia económica, al recordar las palabras del entonces presidente de la Generalitat, Francisco Camps, de que el evento no costaría «ni un euro a los valencianos» y que, finalmente, ha supuesto una inversión de cien millones de pesetas y un préstamo de 60, que «obliga a pagar siete millones y medio de euros cada año el de 2023», por lo que no dudó en calificarlo como un «negocio ruinoso». Entre otras cosas, por la falta de legado que deja esta competición. En concreto, los boxes que se instalaron en esos tinglados, que en principio no parecen tener ya un uso posible y todo parece indicar que se devolverá a esa edificación a su estado anterior. Esos 22 millones fueron reclamados por el anterior gobierno autonómico al ayuntamiento, cosa que, finalmente, no hará el nuevo equipo, con lo que la inversión acabará siendo un gasto perdido. El consistorio defendía que no existía ningún compromiso por su parte de afrontar esa inversión.

Quedan pendientes las obra del PAI del Grao, que sí que han sido «recepcionadas» y que, en este caso, sí que se podrán cargar en la operación urbanística.