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Y sigue la fiesta

Y sigue la fiesta

Mil euros tienen la culpa. La verdad es que si finalmente se demuestra y existió esa financiación ilegal, el sistema es inquietante y maquiavélicamente simple. Tú me das mil euros, yo los ingreso como aportación al partido, hasta aquí todo completamente legal, y luego yo te devuelvo mil euros que no apunto en ningún lado que han salido. Tú tienes tu dinero y yo mil euros limpitos, si lo multiplicamos por cincuenta, son cincuenta mil euros que ni lavados con Perlán. ¿Por qué no se utiliza esta mente preclara para el bien? Imaginen alguien con esa capacidad puesto al servicio del hambre mundial, el calentamiento global o simplemente de la gestión municipal. El pobre Felipe VI toda la semana aguantando reuniones, veremos como queda. Oltra le propone a Sánchez un pacto a la valenciana, sin avergonzarse de lo que últimamente significa ese adjetivo. Y es que con el desfile de concejales y asesores por el juzgado seguimos siendo la capital internacional de la corrupción. Lo que más me gusta es el sentido del humor con el que se lo toma la gente.

Hemos llegado a un punto en el que la vergüenza, la indignación y también el sentimiento de culpa por haber dejado que todo esto suceda sin habernos rebelado antes, nos hace tirar por el mejor camino, el de reírnos hasta de nosotros mismos. El otro día, paseando por la calle Santa Ana, me topo con un bar de menú de los de toda la vida, el Nostra Terra. Supongo que a la vista de lo vilipendiada que está han querido compensar el nombre del establecimiento tirando de ingenio. El caso es que en el cartel que anuncia las viandas del día ponía «Operació Taula: No. Operació Chocho perquè tot era Parrús» y añadía «Hoy fideuà». ¿Cómo no vas a comer en un sitio así? Luego me entero que el día anterior anunciaba un «arrús al forn» con «tres mil, quatre mil, cinc mil: cigrons». Lo mejor de todo es que el bar en cuestión está enfrente de las Cortes y señorías y funcionarios lo frecuentan a la hora del almuerzo. Como por preguntar que no quede, me entero que la autora de tan geniales reclamos culinarios es una clienta habitual del cafelito del mediodía.

El domingo estuve en la plaza, como todo el mundo, disfrutando del mercado, de la gente, de la alegría. Cuando ves la plaza así, sin coches, te preguntas por qué no está así siempre. Lo mismo pasará con el entorno de la Lonja. Hace tiempo que deberíamos haber aprendido que al centro no se va en coche. Supongo que nos acostumbraremos como lo han hecho los ciudadanos de las grandes ciudades europeas. Cuando sales te encanta que los centros sean peatonales, Valencia cada vez se va pareciendo más a lo que siempre debía haber sido: una gran ciudad europea.

Cuando ya creía, después de lo de quiero ser monja, que la tele no podía sorprender más, llega un programa en el que varios cantantes de capa caída cantan las canciones de otros cantantes de capa caída. ¿Qué está pasando con la televisión? ¿Qué tiene en contra de la música? ¿tanto la odia? ¿qué le ha hecho? ¿Por qué se empeña en acabar con ella?. Dice mi chico que la televisión musical murió con las discográficas. Puede ser, él entiende más del tema, yo sólo se que lo que veo en la tele relacionado con la música no tiene nada que ver con lo que veo en las salas, en los conciertos o en los festivales.

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