El club de playa de la Marina Real Juan Carlos I, el primero que se pone en marcha en Valencia importando la fórmula de mecas del sol y playa como Ibiza o Marbella, abrió ayer sus puertas «en periodo de rodaje». Tras meses de vicisitudes en los que el proyecto ha sufrido retrasos y ha tenido que pasar el filtro de hasta 14 servicios municipales hasta obtener la licencia de actividad, el club de playa echa a andar. Su propietario, el empresario valenciano Antonio Calero, insiste en la idea de que este espacio, cuyo principal reclamo son sus vistas privilegiadas y su piscina desbordante, con tumbonas de agua y«pool bar» para tomarse el cóctel sin salir del agua, «es de acceso libre».

«Somos un club de playa urbano, nuestra clientela son los valencianos, queremos que la gente venga a pasar tiempo aquí, a disfrutar de los distintos espacios por eso los precios son asequibles y no tenemos dobles turnos». «Te puedes tomar un refresco por 2,50 euros, algo impensable en otros club de playa». «Somos posiblemente el club de playa más barato de España», remacha Calero, cuyo establecimiento da trabajo a 35 personas, entre personal de sala y cocina.

El club de playa es una de las grandes apuestas del Consorcio Valencia 2007 para dinamizar la marina real, junto con el centro de emprendedores (Lanzadera) y el espacio cultural y gastronómico del Veles e Vents.

El club de playa, que ha supuesto una inversión de más de tres millones de euros, ofrece tres espacios distintos, uno más informal (y económico) ubicado en la arena, donde habrá un chiringuito y zona «chill out» con sombrillas y tumbonas. Desde allí se accede, a través de una rampa, a la piscina, ubicada en una cota superior, y a la zona del «lunch» donde se puede comer desde «sushi» a hamburguesas. La zona más formal es la del resturante y las terrazas, con espectaculares vistas a las playas, sobre todo, desde la cubierta del edificio circular del club, que ya está reservada para la celebración de varios eventos. En el restaurante, asegura Calero, se puede comer un menú a base de arroces a partir de 20 euros. En el plan de negocios que presentaron al concurso para la construcción y gestión del club de playa calcularon una facturación anual de cuatro millones de euros.

Calero destaca el «gran apoyo» que han recibido de los diseñadores valencianos, que se han volcado en la decoración del local, donde predominan las maderas nobles y las fibras vegetales. El propio (Manuel) Colonques, dueño de Porcelanosa, visitó el local para ver la mejor solución para los pavimentos y los diseñadores han ofrecido descuentos de hasta el 60%. «Estamos en un entorno único y los diseñadores saben que esto es un escaparate». En el exterior predomina la vegetación tropical, con una veintena de palmeras, cocoteros y también especies mediterráneas. El club de playa tiene que ser «un oasis», recalca Calero, que también regenta en la marina el restaurante Panorama, al lado del club.

El fuerte viento puso a prueba ayer al personal de sala de este nuevo espacio, que se afanaba en limpiar la arena que se acumulaba en los sofás de la terraza y en los pavimentos de teka. El mantenimiento de este espacio, muy expuesto al salitre y a los temporales, será uno de los principales costes para el empresario que ha contratado dos turnos de limpieza (día y noche) para garantizar que la arena no se acumule ni en la piscina ni en las terrazas.

Pese al día desapacible hubo vecinos de los barrios del entorno que se acercaron para ver cómo es un club de playa. «Esperamos que esto no sea un sitio elitista, la gente de los barrios de por aquí no va a los restaurantes de la marina porque son caros», aseguraba ayer Juan Sentada, vecino del Cabanyal. A su juicio, la marina real tiene un gran potencial, pero «no todo tienen que ser restaurantes». «Dijeron que esto iba a ser un nuevo barrio y de eso nada», apunta otro de los vecinos del barrio que se acercó ayer a conocer el club de playa. «¿Por qué no ponen cines y tiendas?».