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Los rescatadores de oficios casi perdidos

Panal de "llibrets"

«Panal Faller» nació con voluntad de colmena, para que sus cubículos prestaran un servicio distinto a la comisión festera, y siempre en honor de la abeja reina, la fallera mayor

Panal de "llibrets"

Toni Lorenzo ha puesto a la venta en «El asilo del libro» las artesanales láminas del libro de vestidos típicos editadas en 1935, obra de D'ivori, seudónimo de Joan Vila Pujol, ilustrador catalán que recreó el mundo folclórico peninsular en dos volúmenes. El primero se titulaba «Catalunya, Valencia, Balears», y el segundo «Norte, Centro y Sur». Hay todo un mensaje subliminal en esa distinción que respeta los nombres de la ribera mediterránea y condena al relativismo geográfico al resto. En su contenido late la mentalidad imperiosa del barcelonismo clásico. El volumen primero tiene cincuenta grabados; 38 son de Cataluña, 6 de Baleares y 6 de Valencia; reflejo involuntario del centralismo norteño que nunca respeta las proporciones parciales de los tres estados que supuestamente trata en régimen de igualdad. El día que ese defecto se corrija, adelantaremos mucho.

Dejando a un lado este desequilibrio territorial, los dibujos de D'ivori son encantadores. Basados en los grabados antiguos, se uniformizan bajo un estilo naif bucólico que recuerda la clásica «línea clara» del cómic francés. Probablemente nuestros indumentaristas encontrarían gruesos errores en ellos, pero se trata solo una recreación ensoñadora sin ánimo científico. Además, la edición fue muy corta, de 200 ejemplares, y D'ivori pintó todas las páginas con acuarelas a mano, lo que los convierte en obras únicas.

«El asilo del Libro» permite la adquisición de hojas sueltas,ya que el montante del libro completo resultaba muy caro y de poca salida. Tuve la suerte de diseccionar la parte valenciana, con lo que simbólicamente independicé Valencia del conjunto. Si alguien desea alguna ilustración de su región, es el momento de pasarse por la calle San Fernando para conseguirla.

La indumentaria valenciana ha evolucionado mucho en estos años, y también su representación gráfica. Probablemente los creadores más atrevidos en este sentido sean el equipo de «3 Design», impulsores del «Panal Faller», ente especializado en editar «llibrets» de falla en todos sus aspectos. No sólo maquetan e imprimen, sino que aconsejan a las comisiones para que lo único que queda de su fiesta, el libro, tenga una entidad y un interés propio.

José Tena, informático y dibujante autodidacta, junto con Javier Bea, diseñador industrial, contactaron con Gabriel Chaparro de la imprenta Ibáñez de Quart de Poblet para poner en marcha esta iniciativa. Empezaron hace cinco años y ya ejecutan 25 «llibrets» por ejercicio. Se les ha unido la tímida María Montaner; Laura Lozano, especialista en pellizcos; Arturo García de Dionisio, oriundo de Alginet, y Diego Iglesias, fallero de «Blocs-Platja» que ya se inicia en el diseño de monumentos falleros como el infantil de Remonta. Sus trabajos de volúmenes festivos se extienden por lejanos lugares, desde Utiel a «les Fogueres d'Alacant», y han obtenido varios primeros premios en portada.

«Panal Faller» nació con voluntad de colmena, para que sus diferentes cubículos prestaran un servicio distinto a la comisión festera, y siempre en honor de la abeja reina de cada comisión, su fallera mayor. Significa, asimismo, la superación del viejo «llibret» de imprenta de barrio que se redactaba más por compromiso que otra cosa, monocolor en negro y con una maquetación anquilosada. Cada uno de estos volúmenes se adecua y se ciñe al tema de la falla o del barrio.

El «llibret de falla» lo inventó Bernat y Baldoví en el siglo XIX para provocar al personal. Anteriormente se escribían cuartillas jocosas junto a la falla, que luego se quemaban junto con el catafalco. Reunir esos poemas en un cuaderno prolongaba y proyectaba en el tiempo la burla de la falla. Después la actividad se «profesionalizó» en los círculos literarios de «Lo Rat Penat», entidad que sigue convocando los premios más señeros de este ámbito, aunque la nueva tesitura política permita augurar que habrá cambios sustanciales en futuros ejercicios.

El «llibret» inicial era muy sencillo, cuatro «fullets» sin grapa. Después se fueron estilizando sobre todo cuando se incluyó el boceto de la falla y después la aparición de portadas más originales. El «llibret» siempre tuvo un problema, la mayoría de las comisiones no le otorgaban demasiada importancia. En realidad, muchas fallas incluso se despreocupan del monumento, y sus componentes lo que exigen es fiesta y más fiesta. Pero siempre hay alguien concienciado dentro de la comisión que defiende la necesidad de gastarse dinero en estos elementos tan importantes y definitorios.

A finales del siglo XX surgieron las comisiones famosas por su «llibret». Desde el «Campot» de l'Albufera hasta la calle Uruguay, Na Jordana, el Charco y l'Albufera de Catarroja, la Murta d'Alzira y muchas otras de todo el Reino valenciano que no nos caben aquí. Eran comisiones que transformaron el «llibret» en «llibrot» con la suma de importantes escritores, artistas y todo tipo de creativos. A ello contribuyó la convocatoria por parte de la Generalitat Valenciana de premios para estas publicaciones.

Era extraño que en Valencia no existiera una empresa dedicada únicamente a este cometido. Ahora existe, y sería bueno que se fundaran más para estimular la competencia, lo que redundaría en la calidad de los «llibrets». En unos tiempos en los que es tan difícil editar en los circuitos comerciales, que las fallas promuevan su propia bibliografía es meritorio.

Por cierto, esta semana se abrió la tradicional «Fira del Llibre Antic» de la Gran Vía. Allí estará Toni Lorenzo con sus hijos. Alberto comanda el «Asilo» y Julián, con su esposa Miriam, «La Guarida de las Maravillas». Ya veremos qué proyecta Santiago, el hijo más pequeño. Ojalá todos los «llibreters de vells» forjaran dinastías semejantes.

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