La terminología para referirse a las falleras adultas como «señoritas» es la consecuencia de un hecho que, hasta ahora, había sido el habitual: que las componentes de la corte de honor habían sido siempre mujeres solteras. En los últimos años, y con el paulatino aumento de la edad media de las falleras que ocupan ese cargo, se han dado varios supuestos nuevos, como el de contraer matrimonio durante el reinado (Rebeca Sanchis de 2006 fue la primera), parejas de hecho (Mari Carmen Agustí, 2009) o mujeres ya casadas antes de salir elegidas (Ángela Ballester, 2012). Sin embargo, la expresión «senyoreta» ha sido la habitual tanto en los organismos oficiales como en gran parte de las comisiones de falla, que siguen utilizando esta expresión cuando se trata de mujeres casadas en determinados momentos, como cuando son nombradas en sus exaltaciones. Aún así, estas terminologías aún han sufrido regresiones en un pasado no muy lejano: cuando, en 1991, Unión Valenciana asumió la presidencia de la Junta Central Fallera, la exaltación fue encomendada a Manuel Campillos, quien cambió la denominación de «senyoretes» por «gracioses senyoretes» para la corte de honor y «polida donzella» para la fallera mayor, términos que después eliminaron.