Ya hace unos meses que la Conselleria de Vivienda, Obras Públicas y Vertebración del Territorio y el Ayuntamiento de Valencia están enfrentados con parte de los vecinos y agricultores que residen y trabajan en el Parque Natural de l'Albufera a raíz de las remodelaciones que se están efectuando en la carretera CV-500. Unas obras que buscan la pacificación del tráfico y la seguridad de todo su trazado o como mejorar el entorno de las paradas de los autobuses de la línea 25 de la EMT con pasos para peatones y semáforos.Hasta ahora solo se ha escuchado la voz de estas dos partes. Pienso que también deberían escucharse algunas opiniones del resto de la sociedad. Aquí van una serie de reflexiones que creo que comparten gran parte de la ciudadanía valenciana, española y europea que a lo largo del año pasea, toma el baño, come en los bares y restaurantes, duerme en los hoteles, albergues y campings, visita las zonas de reserva de fauna del Parque Natural, realizan paseos en barca, comen con su picnic en el bosque del Saler o se enamoran acariciados por las puestas de sol en el lago y los amaneceres en las playas. Pues bien, gran parte de esa ciudadanía, que son los que dan trabajo a los bares y restaurantes del Parque Natural, se sienten defraudados y tristes por parte de las declaraciones de Luís Zorrilla presidente de la asociación de vecinos de El Perellonet. Sobre todo, cuando reclama la vuelta a la situación anterior respecto a las recientes actuaciones. Debería pensar que la situación la movilidad del Parque Natural anterior al modelo que propone el Ayuntamiento y la Consellería actuales, es un tipo de movilidad desfasada e insostenible que resumo en unos detalles y ejemplos concretos: el límite de velocidad a 80 km/h actual en la práctica significa que muchos vehículos circulan a más de 100 km/h; como consecuencia, se producen atropellos de fauna cuando no de peatones y ciclistas; el carril bici desaparece de pronto y no alcanzan a llegar ni tan solo al Palmar, y no digamos cruzar todo el Parque Natural hasta Cullera por la restinga litoral; se producen atascos monumentales los fines de semana cuando llega el buen tiempo; se produce saturación de vehículos particulares casi todos los fines de semana y en verano en lugares tan emblemáticos como el Palmar; los vehículos privados de no residentes ni propietarios de campos de arroz, circulan por los caminos de la marjal a más de 90 km/h; la carretera CV-401, que une Alfafar con El Saler no dispone de carril bici, con coches circulando a más de 90 km/h y donde no hace muchas semanas murió un ciclista atropellado. Saben que podrían añadir más ejemplos de la insostenibilidad actual del modelo de movilidad de todo el conjunto del Parque Natural, pero su inmovilismo y hábitos que arrastran desde hace décadas se lo impide. En este contexto, la paradoja más llamativa se podría centrar en ejemplos de otras partes de Europa. En cualquier lugar (urbano o periurbano, parques naturales o entornos de gran valor patrimonial e histórico), la reducción de velocidad o la apuesta por reducir la presencia masiva y sin control de los vehículos a motor privado ha sido un éxito. Tanto de por el aumento de la calidad de vida de los residentes y de su seguridad, como en la afluencia de público a lugares comerciales. En todos los lugares donde se han implementado medidas a favor de la bicicleta y los peatones han aumentado las ventas los comercios y han florecido los restaurantes y aumentado las pernoctaciones. Dejar la movilidad tal como la conocemos ahora es una rémora para la calidad de vida y la economía de todos los asentamiento urbanos de la restinga litoral. Hay que elegir amigos, o se apuesta en dirección al modelo de muchos valles suizos (con Parques Naturales o Nacionales en su interior, que es la hoja de ruta del actual gobierno), o por el modelo murciano donde se pretende descatalogar como Parques Naturales algunos de ellos por un supuesto desarrollo económico que es absolutamente insostenible. La hoja de ruta debería llevar a compartir el espacio disponible de la manera más realista, equilibrada y sostenible entre todos, los usuarios de la vía; (peatones, ciclistas de carretera y de alforjas, transporte público y privado y agricultores.Y quien no quiera ver todas estas realidades, o bien está ciego o su conocimiento es escaso respecto a por donde va el mundo actual respecto a temas como la movilidad sostenible, el turismo cultural y naturalista, la economía vinculada a dicho turismo, la calidad de vida de los residentes o la preservación de nuestros paisajes rurales y patrimonio cultural. Que Dios les conserve la vista.