La Junta de Desagüe de la Albufera celebró ayer en el pleno del Ayuntamiento de Valencia su asamblea general que mostró dos evidencias. Una la «inquietud y preocupación» de los agricultores después de que la Fiscalía solicitase al Consell que le retirase la capacidad de gestionar las compuertas y las estaciones de bomberos y de que la Conselleria de Medio Ambiente marcara una medidas temporales que obligan a los arroceros a pedir autorización para ello.

Los arroceros se oponen a estas medidas y sugerencias, mientras el presidente de la Junta por delegación del alcalde, el concejal Sergi Campillo, comparte que la gestión hídrica no puede estar únicamente en manos de los agricultores. De esta disparidad de opiniones se desprende la segunda evidencia ayer observada en el pleno: que los agricultores opinan que el presidente no les está defendiendo como ellos querrían. Ayer tacharon su actitud y la del ayuntamiento de «tibia» ante los «ataques a la institución».

Sobre las 12 horas, el concejal de Devesa-Albufera recibió a los agricultores en la escalinata del ayuntamiento. Quiso de entrada mostrar con este gesto su recibimiento al edificio y un primer guiño de cortesía. Eran muchos y no por casualidad. La asistencia era de la más numerosas que se recuerdan. Y en la asamblea los comuneros dejaron claro que se debía a su malestar e inquietud, pues señalaban que cuando todo había ido bien a su parecer, no tenían por qué acudir.

Durante la asamblea se hicieron tres propuestas sobre las que debían votar los presentes. Una tuvo todos los votos a favor, y otras dos contaron con abstención y negativa de voto de Sergi Campillo.

En la primera se defendió la labor histórica de la Junta en la gestión de las compuertas, y se reivindicó «la permanencia» de este modo de hacer, «sin injerencias externas, adaptándonos». En este caso todos votaron a favor excepto Campillo quien se abstuvo. A continuación se manifestó la defensa de la Albufera por parte de la Junta, y se habló de la importancia de que confluyan todos los intereses que hay en el parque mediante un equilibrio. Asimismo, explicaron que tras cientos de años de trabajos agrícolas en el parque «no parece razonable» que ahora se considere «incompatible». Defendieron que «sin arrozales muere el parque. Somos el verdadero pulmón del parque». «El problema no está tanto en la cantidad de agua como en la calidad», apuntaron al tiempo que exigían que se pongan en marcha trabajos para la limpieza del lago. Esta necesidad de convivencia de todos los actores del parque y el medioambiente logró la unanimidad de todos los asistentes.

La tercera propuesta sometida a votación tuvo por objeto cuestionar la labor de la directora-conservadora del Parque Natural de l´Albufera, Paloma Mateache, elegida por la Generalitat. El texto leído por el secretario Jose Pascual Fortea criticaba el «fundamentalismo ecológico» de la directora, que es «incompatible con el funcionamiento del parque». «Necesitamos personas sensatas y conocedoras de la zona», señalaron los agricultores que incluso amenazaron con «pedir su cese». En este caso Sergi Campillo solicitó que constara en acta que no iba a votar esta propuesta que sí apoyaron por unanimidad el resto.

Evitar «posiciones enrocadas»

El concejal en su informe de presidente destacó ser una persona «de diálogo». Fue desde luego la palabra que más repitió en sus intervenciones. «Haremos mal en tomar decisiones enrocadas», señaló, al tiempo que destacó que «el parque es muy complejo. Confluyen todos los intereses, y yo como concejal, he de atenderlos todos». «Creo que la gestión ha de cambiar pero eso no supone que se queden fuera los agricultores», señaló Campillo quien coincidió en que «el parque no existiría sin arroz», pero detalló que desde hace décadas la legislación obliga a que las administraciones estén en la gestión de los parques naturales. Para él, la Junta «ha de tener un papel preponderante en la gestión, pero no único», sentenció. El concejal opinó que «se trata de que todo el mundo esté un poco contento» y destacó que «será inevitable» que la gestión sea compartida. Insistió en el «diálogo, diálogo y diálogo» para llegar a un acuerdo.

Fue en el turno de ruegos y preguntas cuando Miguel Minguet, comunero responsable de la sectorial arrocera de AVA, señaló: «hemos venido porque hemos sufrido una serie de ataques y nos preocupa la posición tibia tuya, solo recibimos abstenciones y negativas a votar. Queremos que el ayuntamiento nos defienda. Incurres en contradicciones cuando dices que el arroz es fundamental y no repruebas a la directora que dice que como medida nos tomemos un año sabático». «Creemos en el diálogo pero las normas de la conselleria son de una ignorancia supina, incompatibles con el cultivo», señaló ante un hemiciclo que aplaudió en conjunto para mostrar su acuerdo con las críticas.

«Ya sabía a lo que venía», contestó Campillo quien a continuación apuntó: «para eso estoy aquí, para dar la cara». El concejal recordó su condición de representante público y por ello su obligación de «atender los intereses legítimas de todas las partes». Y de nuevo hizo hincapié en la necesidad de llegar «a un consenso».