El anuncio de la licitación por parte de Fomento de la construcción del tercer carril de la autovía V-21 entre el Carraixet y València, con un presupuesto de 19,5 millones de euros ha provocado la oposición frontal, una vez más, de los vecinos implicados, así como de asociaciones ecologistas y también incluso del Govern de la Nau, encabezado por Joan Ribó.

El alcalde indicaba ayer a Levante-EMV que, aún habiéndose adjudicado las obras de la V-21, «el Ministerio de Fomento está a tiempo de plantear un modificado de obras que permita, por un lado, mejorar las infraestructuras que necesita València, al mismo tiempo que se protege la huerta por su acceso Norte». Él asegura que «ambos objetivos son compatibles y es lo que reclama la ciudad de València».

No obstante, los vecinos y vecinas implicadas se muestran mucho más contundentes y contrarios a esta infraestructura. Así, la presidenta de la Federación de Asociaciones Vecinales de València, María José Broseta, lamenta que este proyecto supondrá «perder las zonas de huerta más productivas del área metropolitana, así como un grave perjuicio para los vecinos». Esta forma de actuar, además, «contradice cuestiones de movilidad, menos contaminación o sostenibilidad de las que tanto se suele hablar». Por si fuera poco, ella enfatiza que esta medida «no garantiza que los atascos no se sigan produciendo».

En la misma línea se expresa el presidente de la Asociación Vecinal de Benimaclet, Antonio Pérez: «Estamos totalmente en contra, no nos parece ni adecuado ni pertinente». Y reclama poner en valor la huerta: «Todavía somos una de las ciudades de Europa con mejor pulmón verde, pero eso se está perdiendo y es una pena», indica.

Volviendo a Ribó, el primer edil argumenta que «ahora el Ministerio de Fomento ya no puede dilatar más la respuesta a la solicitud del ayuntamiento de negociar la minimización de la afección a la huerta y la introducción de medidas de racionalización de la gestión del tráfico. Algo que estamos reclamando desde el 3 de noviembre», aunque la verdad es que Fomento ya ha movido ficha y ya cuenta incluso con una empresa para ejecutar las obras, que sería OHL, presidida por Juan Villar-Mir.

Para Broseta lo primero debería ser «plantearse cuál es el modelo de ciudad que queremos», y el que defiende es aquel que apuesta por mejores servicios de trenes de cercanías, de autobuses públicos, así como de horarios racionales que permitan a los trabajadores acceder a estos servicios para ir y volver a sus hogares.

Ella también alerta del peligro sobre «un área privilegiada como es la huerta», la cual «deberíamos preservar por encima de todo ante cualquier afectación». Y pide «tener más en cuenta a la gente que cultiva las tierras. Ellos lo que piden no son más subvenciones, sino poder vender sus productos a precios razonables y no a menos que los de coste. Y, por supuesto, que no se acabe con su forma de ganarse la vida».

Tanto Broseta como Pérez reclaman que, por encima de todo, a quien hay que tener en cuenta es «a la gente que ya vivimos en la ciudad». Así, Pérez explica que está «bien cuidar a los turistas» muchos de los cuales pueden llegar en coche por carreteras como la V-21, pero «tienen que estar después de los que vivimos en la ciudad. Estamos totalmente en contra de una turistificación incontrolada», argumenta.

Para Broseta «hay que plantearse si la ciudad que queremos es con más huerta, más accesible y sostenible o, por el contrario, con ampliación de carriles de entrada y más tráfico en ella». Y recuerda que «el turismo ha de ser de calidad, pero a los primeros que hay que dar calidad de vida es a los que viven en la ciudad».