Hoy les mostramos una obra que no ha pasado desapercibida puesto que se trata de uno de los edificios más conocidos del transitado Paseo Mallorca de la capital balear. La reforma del Hotel Palladium, obra de los arquitectos María Jose Duch Navarro y Xisco Piza Alabern, los arquitectos técnicos Toni Arque y Oscar Menéndez con la colaboración de Gimena Riverón y Teresa Garau y de los constructores Bartolomé Ramón y Llull Sastre, ofrecía la posibilidad de trabajar en dos campos muy interesantes, por un lado el de la renovación urbana, ya que se trataba de rehabilitar y ampliar un edificio que, si bien se encuentra en una calle principal de Palma, el Paseo Mallorca, era un ejemplo de la más débil arquitectura de los anos 60.

Por otro, significaba participar en una corriente que es de máxima actualidad, la renovación y creación de hoteles urbanos de alta categoría, que no es más que un reflejo del creciente interés del viajante hacia las ciudades y sus ricas ofertas culturales, de ocio, negocios, de la que Palma tanto se está beneficiando. Los hoteles de ciudad están de moda, aumentan en número y calidad porque se aprovechan del interés creciente del viajante por las ciudades, su historia y las múltiples ofertas que en ellas hay.

Crecen porque son rentables y además, al no ofrecer solo sol y playa su funcionalidad está asegurada todo el año. Normalmente buscan mezclar al viajante con el ciudadano que se pretende entre al bar y demás servicios que ofrece el hotel. Esta mezcla agrada al viajante, la vida real de la ciudad entra hasta la que es su casa mientras está en la ciudad.

Para conseguir que esta nueva forma de hospedarse se hiciera realidad en el Palladium fue importante la compra de un solar situado detrás del hotel, que además daba fachada a una calle posterior, permitió ampliar los salones en planta baja, antes profundos y oscuros y ahora abiertos a dos calles.

La visión de ambas calles aparece ahora siempre como telón de fondo de los salones del hotel y al contrario, el paseante se ve invitado a entrar y sentarse en la cafetería central, iluminada con luz natural que proviene de unos lucernarios abiertos en el techo. Son espacios situados a pie de calle, tranquilos y acogedores, con un carácter intermedio entre la clásica cafetería o espacio público y el espacio residencial. También se ofrecen salones independientes para reuniones privadas o de negocios, espacios fundamentales en los hoteles urbanos.

La reforma de la fachada permitía un doble objetivo, por un lado cambiar la imagen del edificio y por el otro caracterizar el ambiente interior de las habitaciones, poniendo el acento en el mayor valor que puede ofrecer este hotel, las magnificas vistas sobre la ciudad y, en primer término, con la zona ajardinada del Paseo Mallorca.

Se sustituyó la antigua fachada por una doble cortina de cristal, con protección solar. La capa interior es practicable y la exterior, superpuesta y separada de la primera. Forma un dibujo que acentúa la proporción vertical del edificio. Ahora su aspecto exterior reivindica una buena construcción y el paramento acristalado, visto desde la calle, refleja la imagen del cielo y de los árboles del Paseo Mallorca.

En el interior de las habitaciones sorprende la sensación de estar suspendido sobre la ciudad. Las características del cristal no permiten ver, desde la calle, el interior de las habitaciones, preservando la intimidad, pero desde dentro la vista puede recorrer el paisaje urbano que tienes a tus pies, pasar por encima de los tejados de la ciudad y detenerse, distraído, en la observación de las lejanas montañas, al fondo.

En las plantas piso del edifico que da fachada a la calle Cerdaña, mucho más pequeño, se construyeron las nuevas habitaciones. La organización de las mismas es algo diferente, con el lavabo abierto a la habitación, pero ligeramente separado de la zona de dormitorio. Las zonas acristaladas favorecen la visión longitudinal de la calle, preservando, en cambio, de las vistas desde el edifico situado enfrente.

Esta fachada, con un sistema constructivo más tradicional, busca confundirse en su entorno, ya que se trata de una zona de la ciudad próxima al casco antiguo y se ha querido preservar su idiosincrasia. El hotel que se beneficia de la ciudad y viceversa, un ejercicio sin duda inteligente que mira al futuro con optimismo.