Contrapunto, el restaurante del Palau de Les Arts, cobra vida. Lo gestiona Gourmet Catering (el grupo de catering más importante de la ciudad). Para dirigirlo ha fichado a Pablo Ministro. Pablo se dio a conocer en la Bodega los Barbas, en Ayora. Armó un restaurante

tremendo desde la nada. Y ahora, con 28 años, acepta el reto de ponerse al frente de este proyecto. Pablo tiene ingenio, ambición y ganas para plantear una propuesta más valiente de la que veo aquí. Pero es sensato. Dirigir Contrapunto conlleva supervisar toda la oferta gastronómica del Palau (donde se celebran un buen número de eventos). Lo que comemos aquí no es la mejor cocina de Pablo, pero sí la única posible. Sus platos son ahora más tranquilos, más sencillos, más pragmáticos. El cielo está lleno de estrellas pero, pese a su apellido, Pablo es un currante y Gourmet Catering una empresa que debe de dar beneficios. Este pequeño detalle, el de que las empresas deben de dar beneficios, es importantísimo. De nada sirve el talento en un restaurante con pérdidas porque, más pronto que tarde,

acabará cerrando y el talento emigrando (si encuentra refugio, porque un cierre no es una buena carta de presentación para un cocinero).

En esta nueva etapa, Pablo confía bastante en un producto que, sin ser excepcional, da la talla. Lo presenta siempre en raciones grandes. Normalmente no lo toca demasiado, pero sí que intenta darle un punto creativo. Así, sirve un calamar de playa bastante bueno en dos cocciones. El tronco a la plancha y las patas fritas. No está mal. Igual que la corvina: un buen taco de pescado que se deposita sobre una sencilla crema menier. Son platos que no complican a nadie. Sencillos para el comensal, asumibles para la cocina.

Me interesa más el Pablo más auténtico. El que asume el riesgo y apuesta por la creatividad. Lo reconozco en la merluza con tendones de ternera y caldo de fesols i naps. Pese a que la merluza no me parece de la mejor calidad, el plato funciona, es estimulante.

Ministro tiene mucha afición a los aliños asiáticos. Si fuera un cocinero con ínfulas nos diría que los descubrió en un viaje por el sudeste asiático. Como es un chico de pueblo, más natural que el andar a pie, confiesa que ese punto asiático es fruto de probar y combinar las salsas envasadas que encontraba en los supermercados chinos cuando bajaba a Valencia a comprar. De esa curiosidad nace el Wao Bao, un pan cocido al vapor que rellena con panceta marinada en soja (un bocado muy goloso), como lo es también su taco de lengua de vaca.

El comedor es de lo más resultón. Está en la planta baja del edificio, al nivel del rio y es, como cabría esperar, envidiable. Aunque el mobiliario, el espacio entre mesas y el ruido le dan más aspecto de cafetería que de gran restaurante. Contrapunto es un buen sitio para

comer. Sensato, disfrutón y con un precio que no es una ganga pero está justificado. Los mediodías hay un menú de 19.9 € que da una buena oportunidad a quienes miran con lupa los precios.