De la zona de Cigales son famosos los vinos que antaño llamábamos claretes, hechos con uvas negras y blancas que fermentan juntas, unos vinos con estilo propio, suaves y frescos, aunque hoy sea obligatorio llamarlos rosados, sin distinción de los que se elaboran sólo a partir de uvas negras. Pero también es ésta una zona de tintos cada vez más relevante, una comarca ubicada en Valladolid, en el corazón de Castilla y León, donde predomina la variedad de uva Tempranillo, a la que acompaña la Garnacha, además de las blancas Albillo, Jaén y Verdejo, entre algunas otras castas. En un interesante grupo de vinos tintos descubrimos hace poco uno hecho con tres tipos de Garnacha elaborado por Finca Herrera Vignerons, una empresa de carácter familiar conducida en la actualidad por Manuel Herrera, tercera generación de vinateros. Su abuelo ya fue técnico en algunas bodegas de prestigio y Pascual Herrera, su padre, es un nombre de referencia en la reciente historia enológica de España.

El de Cigales es uno de los proyectos que desarrollan. Allí hacen un vino con Garnacha Tinta (93%), Garnacha Tintorera (4%) y una pequeña parte de Garnacha Gris „una mutación que presenta los hollejos apenas coloreados„, que crecen mezcladas en tres parcelas diferentes. Una de ellas es el Pago de Fuentes, de suelos pobres y arenosos con calizas y margas, con cepas centenarias plantadas en 1904, las otras dos con viñas de más de 70 años de edad. El vino está hecho sin aditivos, arrancan la fermentación con pie de cuba con las levaduras autóctonas, solo un mínimo de sulfuroso para la asepsia, sin corregir, clarificado con clara de huevo, sin filtrar ni estabilizar, para que quede tal cual es, y ha tenido una permanencia de seis meses en barricas de roble francés de Nevers.

El «Finca Herrera Garnachas» de 2014 es de color picota de capa media y su ribete todavía presenta tonos amoratados. Tras una breve aireación crece la intensidad del aroma que recuerda a frutas rojas como las fresas silvestres y las cerezas, arropadas por suaves especias y elegantes tostados, balsámico, floral, con notas de yogur de frutos del bosque. Tiene una magnífica entrada en el paladar, donde se muestra a la vez afilado y sedoso, es fresco, con volumen y estructura, taninos maduros, grado bien integrado y una jugosa sensación de fruta crujiente. Un vino esbelto, con personalidad y elegancia, de una Denominación de Origen, la de Cigales, llamada a convertirse en poco tiempo en una zona de primer orden por su terruño, el patrimonio vitícola y el esfuerzo realizado en los últimos años por sus viticultores y bodegueros.