Las lluvias no son especialmente frecuentes en el entorno del viñedo de Fontanars dels Alforins, en la Subzona Clariano de la Denominación de Origen Protegida Valencia, pero de vez en cuando se producen precipitaciones justo cuando está a punto de comenzar la vendimia de las varietales tintas de ciclo largo. Entonces, los viticultores no dejan de mirar al cielo preocupados porque en ese momento el agua no produce ningún beneficio a la uva, bien al contrario, si cae en exceso algunos granos de Monastrell pueden reventar por las partes de la piel que tengan algún toque o estén debilitadas por el sol, lo que origina importantes problemas sanitarios en los racimos. Pero en estas circunstancias, el enólogo Rafael Cambra había escuchado alguna vez durante el almuerzo en el bar del pueblo comentar a alguna persona con experiencia contrastada que «con la Forcallà no hay que preocuparse». Y es que esta varietal de uva negra soporta muy bien las inclemencias del tiempo por su hollejo grueso y resistente y, además, aunque el racimo es grande tiene las bayas bien separadas entre sí. Antaño esta varietal era de las habituales en toda la comarca de La Vall d´Albaida e incluso se plantó con profusión durante los primeros años de la plaga de la Filoxera por su buen grado, pero más tarde se fue sustituyendo por otras debido a su moderada materia colorante. Cambra se fijó en ella por su ciclo largo y buena acidez. Localizó un precioso viñedo de cuatro hectáreas de Forcallà (Forcallat negre, Forcallada) con viñas viejas de cincuenta y cinco años plantadas en pie franco en fondo arenoso, a una altitud de setecientos metros. La añada de 2011 sacó su primera cosecha, fermentada en madera pero sin crianza en barrica por la poca carga de polifenoles de este tipo de uva y para preservar su carácter frutal. En este tiempo la ha ido conociendo y las últimas añadas han tenido una permanencia de diez meses en botas de roble francés de quinientos litros. El Forcallà de Antonia de 2014 es de color rojo cereza abierto de capa, con ribete de tonos amoratados, limpio y brillante. Aroma de buena intensidad, es balsámico, con recuerdos a fruta ácida y frutillos negros maduros (moras, arándanos), con suaves especiados y recuerdos a plantas aromáticas. Tiene buena entrada de boca, es ligero, fresco, con suaves taninos, vuelve el recuerdo de los frutillos ácidos. De innegable carácter mediterráneo, con fruta madura y con la elegancia y finura que da su buena acidez y equilibrio natural. Una casta autóctona denostada que da el salto a la actualidad por ser una planta de ciclo largo, resistente a la sequía y a las lluvias a destiempo, circunstancias muy a tener en cuenta frente al Cambio Climático Global.