El pasado mes de marzo se ha cumplido el 90 aniversario de la fundación de Bodegas Protos, una sociedad que no nació con el nombre que hoy conocemos. En 1927 la unión de 11 viticultores en cooperativa hizo posible la creación de Bodega Ribera Duero, construida a los pies del castillo de la ciudad vallisoletana de Peñafiel. En el transcurso del tiempo cedió su nombre cuando en 1982 se creó esta Denominación de Origen castellana. También en la actualidad son unos cuantos socios más, descendientes de los originarios, que la han transformado en Sociedad Limitada. En estas nueve décadas la empresa no ha dejado de crecer en producción hasta llegar a controlar 1.400 hectáreas de vid repartidas por toda la geografía de la Ribera del Duero.

En los últimos años hemos sido testigos de cómo la hostelería se ha visto obligada a reducir de manera drástica el número de referencias en sus cartas de vinos, pero ellos han permanecido porque el consumidor les conoce y confía en su marca. Para apuntalar esta progresión han realizado un destacable esfuerzo abriendo la nueva bodega al enoturismo, así como incrementando su presencia en grandes superficies y en exportación, ampliando su plantilla comercial. Pero el pilar más importante ha sido la inversión que han mantenido en investigación y desarrollo, como son sus proyectos centrados en la selección clonal de la Tinta del País (Tempranillo), sobre la manera en que repercuten las barricas en los vinos o la identificación de una levadura autóctona, de entre más de 300 localizadas, que potencia el carácter frutal. Con ella han elaborado un nuevo vino, el Protos 27, un proyecto fruto de estos años de innovación con el que conmemoran sus 90 años cumplidos y le han vestido con la etiqueta que utilizó la bodega en su primer embotellado de 1927. El Protos 27 de 2014 es un Ribera diferente. De color picota casi opaco, aroma de buena intensidad, elegante y complejo, donde aparece la fruta roja en sazón, especiados y torrefactos. Con buena entrada de boca, elegante con potencia, mucha presencia de fruta que inunda el paladar (moras, arándanos, guindas en licor), es fresco y largo. Tiene la jovialidad de un crianza pero con la estructura, el extracto y la calidad de fruta de un reserva.

Comparado con el «Reserva» de la propia bodega el factor diferenciador del primero es la carga frutal que acentúa la levadura, mientras que en el segundo el tiempo ha integrado su riqueza de matices. El Protos Reserva de 2011 Tiene su ribete vivo todavía, le cuesta abrirse, va apareciendo el recuerdo a frutos rojos y negros en compota, bien ensamblado, armónico, con maderas y grado bien integrados, suaves balsámicos, monte bajo y tinta china. Tiene una entrada de boca magnífica, potente y elegante, con amables taninos, es goloso, concentrado y equilibrado. Todo un reserva actualizado.