Hace unas semanas el Institute of Masters of Wine (IMW), radicado en Londres, anunció el nombramiento de 14 nuevos MW. En la actualidad apenas son 369 los profesionales internacionales que ostentan este prestigioso título, entre los que se encuentran enólogos, periodistas, marchantes de vinos y docentes. El IMW fue creado en 1953 por los comerciantes británicos para mejorar una formación dirigida hacia el análisis de los mercados y al conocimiento de las características de los vinos desde un punto de vista crítico, con la intención de llegar a unas conclusiones que permitan la toma de decisiones. Menos del 10% de los que inician el programa de estudio llegan a convertirse en Masters of Wine. El aragonés Fernando Mora y el hispano-alemán Andreas Kubach vienen a unirse al valenciano Pedro Ballesteros y a Norrel Robertson, escocés afincando en Calatayud, quienes consiguieron la titulación hace unos años.

Fernando Mora es ingeniero de formación, especializado en energía eólica, pero un día tomó la determinación de convertir su pasión, el vino, en su profesión. Sus inicios parten de 28 cepas que plantó en el jardín de la casa de sus abuelos y para su primera elaboración en 2008 utilizó la bañera de su propia casa a modo de lagar. Se juntó con Francisco Latasa, que había iniciado un proyecto de similares características y, al poco, emprendieron la aventura de Bodegas Frontonio junto al viticultor Mario López. Entre los tres buscan y recuperan lo que ellos llaman «pequeños jardines de viñas centenarias», en la comarca zaragozana de Valdejalón, situada en el centro imaginario del triángulo que dibujan Cariñena, Calatayud y Campo de Borja. La mayor parte de las parcelas se ubican en la margen izquierda del río Jalón, en el término de Épila, en terreno calcáreo y pedregoso con fondo de arcillas a 353 metros de altitud. Otros de los bancales están en Jarque del Moncayo, una zona mucho más fría a 700 metros de altitud y orientación norte, expuesta al viento del cierzo en terreno pizarroso, un paraje inhóspito donde no es posible la mecanización y solo se puede labrar con caballerías o de manera manual.

Uno de los vinos más particulares que elaboran es el Alas de Frontonio 2014, vino natural de Garnacha del que solo hacen 325 botellas. Necesita su tiempo de oxigenación, es de color granate de capa media, con tonalidades amoratadas en el ribete, complejo de aromas, con recuerdo a frutas rojas y negras maduras, balsámicos, plantas aromáticas, tostados, cacao y con evocación mineral. En el paladar es seco, de cuerpo ligero, fresco y con suaves taninos, una caricia para los sentidos. El más básico es el Botijo Rojo 2015. Elaborado en hormigón es la expresión esencial de un Garnacha de añada sin madera, con intensidad, fresco y afrutado, sencillo y equilibrado. Puro vino.