Las bofetadas entre Isabel Díaz Ayuso y Pablo Casado para ver quien dirige el partido en Madrid, ya está pasando factura a los populares. Según el último estudio en intención de voto, los conservadores perderían alrededor de 800,000 votos. ¿Quién se beneficia de esta pérdida de apoyo popular? Obviamente Vox que sube en las encuestas hasta los 68 diputados, de los 52 con los que cuenta actualmente.

Nadie entiende que cuando mejor le iban las cosas al PP en las encuestas, protagonicen este lamentable espectáculo de patio de colegio.

Los militantes y simpatizantes están atónitos por esta lucha de poder entre Génova y Sol que solo beneficia a la ultraderecha que debe estar frotándose las manos y que cada vez se aproxima más al PP.

De ahí que Pablo Casado en lugar de hacer una labor de oposición constructiva emplee toda su artillería dialéctica contra el Gobierno de Pedro Sánchez y últimamente especialmente contra la ministra de Economía y vicepresidenta primera del Gobierno Nadia Calviño, sin duda, una de las voces más autorizadas y respetadas en Bruselas y uno de los ministros mejor preparados.

Pero en esa espiral de difícil retorno en la que ha entrado Casado parece que todo vale. Incluso la descalificación personal y el insulto.

Poco se ha habla en cambio de medidas o de propuestas para atajar la enorme crisis económica y sanitaria que tenemos por delante que es lo que realmente interesa a los españoles y muy poco las diatribas internas.