El declive de la perdiz restringe su caza en los cotos de la Costera, la Vall y la Canal

En muchos acotados sociales como es el caso de la Font de la Figuera se va a prohibir la caza de la perdiz durante esta temporada. Otros cotos, como es el caso de Fontanars dels Alforins están estudiando tomar una medida similar ante el declive que ha experimentado la que ha sido durante muchos años la pieza más codiciada de los cazadores. La perdiz no atraviesa su mejor momento y es necesario tomar medidas que ayuden a su pronta recuperación.

Basta con salir al campo para percatarse de la desaparición paulatina que ha experimentado la perdiz salvaje.

Son muchos los motivos que explican esta gran problemática de la especia reina y por antonomasia de la caza menor. Otras especies de caza menor, como la tórtola o la codorniz también están seriamente amenazadas, pero por diferentes motivos. En el caso de la tórtola básicamente por las capturas masivas que se producen en el norte de África antes de la emigración de estas aves.

 Ya el gran conservacionista Félix Rodríguez de la Fuente en uno de sus magníficos reportajes que realizó, alertaba del enorme peligro que suponen especies como el jabalí o el zorro. Durante la incubación son sumamente vulnerables las perdices y, especialmente, los huevos que ocupan sus nidos. La explosión demográfica del jabalí ha venido acompañada de un drástico descenso de la población de perdices. El jabalí que tiene un olfato extraordinario termina con muchas polladas de perdiz. De esta manera tan gráfica, como era habitual en él, explicaba en aquel monográfico dedicado al jabalí  uno de los motivos que han acabado prácticamente con la perdiz salvaje. Obvia decir que la población de jabalíes se ha multiplicado exponencialmente en los últimos años y hoy se pueden ver en núcleos urbanos o playas, donde los jabalíes bajan del monte en busca de comida ante la falta de alimentos en su hábitat natural. Eso unido al gran problema que generan en la agricultura con pérdidas cuantiosas en el campo para los agricultores, arrasando todo lo que encuentran a su paso, hacen del jabalí un auténtico peligro.

Pero el jabalí no es único culpable de este descenso en la población de perdices. Existen otros motivos como ha sido la utilización, sin ningún control, de productos fitosanitarios en el campo, la agricultura intensiva con medios dañinos para la fauna salvaje o la desaparición de linderos, donde la perdiz hacia sus nidos y estaba mucho más protegida de los innumerables peligros que la acechan.

En este gran cúmulo de factores, el cazador seguramente sea el que menos culpa tenga de todos, pero es responsabilidad de todos nosotros tomar medidas para que la perdiz roja vuelva a poblar nuestros montes y campos, como lo hacía antaño con sus polladas de perdices correteando por los caminos.

Que esa imagen que año tras año se repetía no sea un espejismo es responsabilidad de los cazadores, desarrollando una buena gestión cinegética en nuestros cotos mediante el control de alimañas, pero también creando un entorno que favorezca su hábitat natural.