Continúan las protestas de los agricultores. Hoy ha sido Madrid y mañana será Valencia. Unas protestas que continuarán mientras no se atiendan las reivindicaciones de ganaderos y agricultores, pese a las críticas de la izquierda que tratan de vincular estas movilizaciones con la extrema derecha.

Desde el primer momento se ha querido politizar estas movilizaciones para restarles legitimidad. En las marchas están presentes las asociaciones agrarias mayoritarias del sector como UPA, Asaja y COAG y otras pequeñas como la Unió Llauraora i Ramadera o la Unión de Uniones de Agricultores y Ganaderos, que representan a un gran espectro político.

Quitado de pequeños incidentes aislados, las movilizaciones están transcurriendo de manera pacífica y con un gran respaldo popular.

El campo lleva mucho tiempo pidiendo que se les escuche y ha sido utilizado como moneda de cambio en Bruselas, con leyes dictadas desde los despachos, de espaldas al mundo rural. Cualquiera que sea agricultor sabe de lo que hablo. El sector agrario necesita de medidas urgentes, tan esenciales y básicas como: que no se pueda vender a pérdidas, que se garantice el cumplimiento de la ley de cadena alimentaria y unos precios dignos, que se simplifique la burocracia que lleva a muchos agricultores a dedicar más tiempo a los papeles que al campo y que las normas sean iguales para todos, de modo que no se permita la entrada de productos de terceros países que no cumplen con las mismas reglas sanitarias que se les exige el resto de países.

Los agricultores y ganaderos somos los primeros que estamos comprometidos con el medio ambiente y la sostenibilidad, conscientes del cambio climático y sus efectos perniciosos sobre el planeta. Lo que reclama el mundo agrario es una mayor flexibilidad en la aplicación de la Agenda 2030.