Mercadona ha presentado estos días sus resultados. 35.527 millones de facturación y 1.0009 millones de euros de beneficio, un 40% más que el año pasado. Sin duda, unas cifras brillantes de la primera empresa líder de distribución en España, con más de 100.000 trabajadores en plantilla con contratos fijos y con una buena remuneración. La empresa del valenciano Juan Roig ya representa el 2,1% del PIB español.

Durante la presentación de los resultados, el presidente de Mercadona Juan Roig dijo que entendía las protestas del sector agrícola y ganadero. En este sentido, afirmó que los agricultores tienen que ganar dinero con el trabajo que realizan. “Nosotros tratamos de que todos nuestros proveedores ganen dinero y los proveedores de nuestro proveedores, también. Entre ellos, los agricultores y los ganaderos”.

Sin embargo, muchos productos de la cadena alimentaria como patatas, garbanzos, cebollas, espárragos, alubias o tomates son importados y no son de procedencia nacional, a pesar del compromiso de la cadena valenciana por comprar productos nacionales.

En el eslabón de la cadena alimentaria, el agricultor es la última pieza del puzle, donde son los distribuidores los que se llevan la mayor tajada del pastel, a pesar de que el agricultor es quien pone el trabajo. Basta con ver las diferencias tan abismales que existe entre el precio de origen, es decir,  el que recibe el agricultor por sus productos y el precio de venta que paga el consumidor. Las diferencias son exponenciales. Por poner solo un ejemplo. Esta campaña, el agricultor ha vendido el limón a 0,18 euros el kilo, los que lo han recogido porque mucha fruta se ha quedado en el árbol mientras que en los lineales de las grandes superficies el precio del limón se situaba en 2,69, un 93% más.

Desde que el agricultor vende su producto en el campo hasta que llega al lineal, pasa por diferentes procesos, sin embargo, esto no justifica que el agricultor siga vendiendo por debajo del precio de coste, algo que ya está probibido por ley.

Las empresas tienen que mirar por su viabilidad económica y rentabilizar al máximo sus márgenes empresariales, pero no siempre a costa de los mismos.