La clase política en general debería hacer un esfuerzo para rebajar la tensión. Es lamentable el espectáculo que están dando tanto unos como otros. El Congreso de los Diputados se ha convertido en un auténtico lodazal, donde todo vale. Hoy escuchábamos al portavoz de Unidas Podemos, Javier Sánchez Serna, llamar “novio de la muerte” a la pareja de Isabel Díaz- Ayuso, sin que la presidenta del Congreso Francia Armengol le haya hecho retractarse de sus palabras. En el diario de sesiones ha quedado escrito para la posteridad. Tras estas declaraciones se han producido concentraciones en la calle Génova, pidiendo la dimisión de la presidenta de la Comunidad de Madrid, al grito de “asesina”.

Días atrás, leíamos la transcripción de unos wasaps en los que el jefe de Gabinete de Díaz- Ayuso, Miguel Ángel Rodríguez amenazaba veladamente a una periodista y a un medio de comunicación con “triturarles” y hacerles cerrar.

Se inventan bulos de periodistas encapuchados, se insulta al presidente del Gobierno, llamándolo hijo de puta y ministros como Óscar Puente utilizan las redes sociales para vomitar su inquina hacia dirigentes del PP.

Sería bueno para la salud de nuestra democracia poner fin a esta espiral de insultos y descalificaciones personales que no hacen sino elevar la crispación ciudadana.

Este clima político en el que llevamos inmersos desde hace varios meses solo contribuye a restar credibilidad a nuestras instituciones.

Tanto el PP como el PSOE, como el resto de partidos deberían rebajar el tono y dedicarse a hacer política para resolver los problemas de los ciudadanos, que es para lo que han sido elegidos, pero no para dar espectáculos tabernarios.