El juez ha archivado de manera provisional la causa que había abierta contra la exvicepresidenta del Consell Mónica Oltra que había sido imputada por el presunto encubrimiento de los abusos sexuales cometidos contra una menor tutelada por parte de su exmarido que actualmente se encuentra en la cárcel cumpliendo una pena de cinco años. Una pena de cárcel que podría haber sido algo mayor de no ser por los perniciosos efectos de la Ley del sí solo es sí, que también ha rebajado la pena por violación al futbolista del Barcelona, Dani Alves, condenado a cuatro años y medio de cárcel y ahora en libertad provisional hasta que la sentencia sea firme, tras depositar un millón de euros.

En el caso de Mónica Oltra conviene separar la responsabilidad penal y la política. De la penal no hay nada que objetar porque la justicia ha estimado que es inocente y, por tanto, no se deriva ninguna responsabilidad penal de su actuación mientras era la consejera de Igualdad y Políticas Inclusivas con el Gobierno del Botánic.

Sin embargo, la responsabilidad política que la obligó a dimitir, tras su imputación, es el listón que ella mismo puso cuando estaba en la oposición y lucía las camisetas contra Camps y exigía dimisiones a diestro y siniestro.

La persecución política contra dirigentes del PP que promovió la izquierda fue atroz, invadiendo la vida privada de líderes políticos, como en caso de Rita Barberá con concentraciones diarias debajo de su casa. Los escraches promovidos por Pablo Iglesias, jarabe democrático como él llamaba,  contra políticos como Soraya Sáenz de Santamaría o Cristina Cifuentes, dejaron de serlo cuando el propio Iglesias e Irene Montero probaron su propia medicina.

Que hubo una pésima gestión en los centros de menores que dependían de la conselleria de Mónica Oltra es más que evidente.

La misma izquierda que pedía su dimisión ahora la quiere resucitar políticamente. El silencio que Mónica Oltra mantiene, tras conocerse la sentencia es muy clarificador de lo que piensa de sus compañeros de partido.

Es curioso como la izquierda que habla de lawfare cuando las sentencias no son de su agrado y llaman a los jueces fascistas, en este caso, todos se han felicitado por la resolución judicial que absuelve a Mónica Oltra de los delitos que se le imputaban. Me pregunto qué hubiera pasado si la sentencia hubiera sido condenatoria. No obstante, conviene recordar que la sentencia es provisional y cabe recurso. Por tanto, no es descartable que presenten recurso quienes inicialmente promovieron la querella en su contra. Sería deseable que se acate su resolución sea la que sea y que no se ponga de nuevo a los jueces en la diana.

Muchos son los que reclaman que se pidan disculpas a Mónica Oltra por lo que entienden fue una persecución política por parte de la extrema derecha contra la dirigente de Compromís. Son los mismos que nunca han perdido perdón a Rita Barberá, que nunca fue imputada o a Francisco Camps que lleva celebrados diez juicios y en todos ha salido absuelto.

Joan Baldoví que fue entrevistado en el programa de Carlos Alsina no supo responder cuando el periodista de Onda Cero le preguntó sobre el doble rasero de Compromís a la hora de pedir dimisiones y responsabilidades políticas, según sea el color político del investigado, antes imputado.

Los juicios paralelos que se hacen de uno y otro lado son muy peligrosos. Camps fue condenado por la izquierda nacionalista de Compromís y nunca han pedido perdón por ello. ¿Qué pasaría si Eduardo Zaplana fuera absuelto?

El daño que se consigue es irreparable, no solo político sino también personal, en el caso de Rita Barberá peor aun porque ya no está para defenderse y fue su propio partido, como le ha ocurrido a Mónica Oltra, quien la defenestró políticamente.

Resarcir el honor después de resultar inocente es muy complicado. Compromís quiere ahora que Oltra vuelva a la primera línea de la política valenciana como portavoz o encabezando las listas en las europeas, después de que muchos celebraran su dimisión. Es la permanente hipocresía de la política. Yo si fuera Mónica Oltra me lo pensaría dos veces antes de dar el salto de nuevo a la política.