El pasado jueves las Cortes Valencianas aprobaron la tramitación de cinco propuestas de leyes impulsadas por el PP y Vox, entre ellas, la ley de la Concordia que quiere sustituir a la ley de Memoria Democrática de José Luis Rodríguez Zapatero.

Máxima tensión la que se vivió en las Cortes Valencianas entre los diferentes grupos políticos y donde los representantes de Compromís lucieron vestimenta negra. Un luto que se podría haber extendido al resto de la Cámara porque todos tenemos en nuestras familias personas muy cercanas que fueron víctimas de la Guerra Civil en uno y otro bando.

Esa visión de la historia que se hace desde la izquierda en cierta manera maniquea de dividir a los españoles entre buenos y malos es distorsionar la realidad de un enfrentamiento civil y fratricida como fue la Guerra Civil española donde se cometieron barbaridades por parte de ambos bandos.

Insisto en que es necesario una ley que reconozca a todas las víctimas, pero para ello es necesario que se haga desde el consenso y parece que esta ley de Concordia, como tampoco lo fue la ley de Memoria Democrática tenga la base suficiente para conseguirlo.

El presidente de la Generalitat Carlos Mazón no tuvo problemas en repetir una vez más que Franco fue un dictador y que en España hubo una dictadura franquista. Una claridad que no he escuchado a la bancada de la izquierda para condenar dictaduras como la cubana o la venezolana, que son para la izquierda de este país regímenes democráticos, equiparables a cualquier democracia del mundo, solo que se olvidan que en esas pseudodemocracias no hay libertad ni elecciones libres ni partidos políticos y a la oposición se la encarcela y se la persigue, lo mismo que ocurría en la España de Franco.

Mazón no tuvo ningún problema en exhibir en su escaño la foto de Miguel Hernández que el portavoz del PSPV y secretario de Organización de los socialistas valencianos José Muñoz le entregó al president de la Generalitat, que a su vez le obsequió con un libro del periodista sevillano Chaves Nogales, “A sangre y fuego” que recoge las atrocidades cometidas durante la Guerra Civil por parte de ambos bandos. Tras este intercambio de regalos continuó el tono bronco habitual que suele preceder un debate de esta naturaleza.

50 años después de la muerte del dictador, Franco sigue presente en la vida política española y valenciana, sin que ni la derecha ni la izquierda hayan sido capaces de ponerse de acuerdo en algo tan sustancial como son las víctimas de una guerra que trajo cuarenta años de dictadura y de la que aún seguimos hablando, sin que hayamos sido capaces de cerrar heridas, como sí consiguió la Transición mediante un pacto modélico entre las diferentes fuerzas políticas que hizo posible el advenimiento de la democracia y que hoy cincuenta años después podamos disfrutar de un régimen, pero de libertades.

La culpa en buena parte de que no se haya llegado a ninguna clase de consenso es debido a la mediocre clase política que dirige nuestros destinos.