En la agricultura valenciana cada vez somos menos y más viejos, escribía el presidente de Asaja Cristóbal Aguado en el periódico Levante EMV en su edición del pasado domingo día 28 de abril. Y no le falta razón. De los cerca de 200.000 agricultores activos que hay en la Comunidad Valenciana, casi la mitad tiene más de 65 años.

No hay relevo generacional por la falta de rentabilidad en las explotaciones agrarias y ganaderas. Ante la falta de futuro, los jóvenes prefieren buscar trabajo en otros sectores antes que subirse a un tractor o una cosechadora.

El problema en unos cuantos años va a ser saber quién va a querer dedicarse a cultivar los campos. Cada vez hay más campos de cultivos abandonados y esto es solo el comienzo de lo que se avecina.

Mientras no se garantice un mínimo de rentabilidad, nadie va a querer dedicarse a la agricultura. Los números hoy por hoy, no salen.

Ha comenzado el año agrícola con una fuerte sequía y con temperaturas extremadamente altas. A esto se une el alza de los costes en insumos que deben soportar agricultores y ganaderos.

Los políticos no hacen nada por remediar esto. Como denunciaba el propio presidente de la asociación agraria Asaja en su artículo, los precios de los cítricos han bajado hasta un 40% desde que comenzó el año. La razón de esta desescalada en los precios es la entrada masiva de naranjas procedentes de Egipto. Los productores de caquis están alarmados ante una nueva plaga que amenaza sus cosechas, como es la mosca blanca. Una plaga difícil de erradicar ante la prohibición de ciertas materias activas, cuyo uso se ha prohibido, sin ofrecer alternativas. Las heladas en viñas y cultivos leñosos, como el almendro, ya han empezado a dañar cultivos, muchos de los cuales carecen de seguro agrario por el elevado coste que supone asegurar la cosecha.

A esta retahíla de inclemencias que podríamos seguir enumerando y no acabaríamos, se une la falta de una política agraria común, que escuche la voz de los agricultores y ganaderos. Unas leyes que se dictan desde los despachos de Bruselas, con absoluto desconocimiento del mundo rural y de espaldas al campo no pueden contribuir a solucionar la problemática de agricultores y ganaderos que lo único que reclaman son unos precios justos para vivir dignamente de su trabajo.