Xavi Lluch había corrido hasta ayer 299 carreras en 10 años y de cada una de ellas había dejado constancia en una hoja excel. Su bautizo fue la Volta a Peu de 2008. Y ayer, en la tradicional carrera popular que atravesó el centro de València, lució el dorsal 300 como homenaje a sus 300 pruebas.

Xavi es profesor de la Universitat Politècnica de València, imparte clases de gráficos por ordenador y de asignaturas de animación y modelado 3d, así como de edición de vídeo digital. Cuando no corre o no da clases, lee novelas de ciencia ficción y novela negra. Le gusta escuchar música electrónica y también música de los 90.

¿Cómo fue su infancia? «El patio de juegos de mi infancia fue el jardín de los Viveros y después las instalaciones del Instituto Benlliure, donde estudié el bachillerato. Empecé a correr con 42 años, justo al preparar los trámites para adoptar a mi hijo y lo hice por los alrededores de mi casa», afirma el corredor.

¿El mejor recuerdo de las carreras? «Incluso en aquellas que lo he pasado mal, he sacado una buena lección. Hoy me gusta más entrenar que competir. Los grandes momentos están relacionados con el maratón. Por supuesto el primero, que fue en València en 2010, entré con lágrimas en los ojos, o el maratón de Nueva York en 2011, que aunque sufrí mucho, pude acabarlo. Fue una experiencia maravillosa, y, por supuesto, en 2013 en València, cuando bajé de 3 horas.».

¿Cómo interpreta este gran desarrollo técnico que se ha operado en el mundo de la carrera a pie? «Soy un amante de la tecnología, pero utilizada en su justa medida. Cuando veo gente midiendo las series en una pista de atletismo con el GPS, se me saltan las lágrimas. Si una pista mide 400 metros, el GPS te va a molestar más que ayudar. Por otro lado, están los «antitecnología», los que llevan toda la vida corriendo con solo un cronómetro y son contrarios al uso del GPS, tampoco lo puedo entender. Yo lo veo como una herramienta más que te puede ayudar a mejorar y sobre todo, te facilita los entrenamientos en solitario».

Mujer y carrera a pie

«No podemos educar a las niñas como princesitas y a los niños como machotes y pretender que cuando crezcan vivan en igualdad», dice Xavi. «En el deporte, yo no soy partidario de los clubes o las carreras solo para mujeres, creo que la igualdad se debe conseguir desde la inclusión. Como padre soltero, debo ejercer de padre y de madre, porque no entiendo esos roles que se asignan a cada sexo, ¿por qué el padre debe ser el que ponga límites, el que riña y la madre la que consienta y la que dé cariño?, o peor todavía ¿por qué hay padres que se desentienden de la educación y crianza de sus hijos y todo el trabajo recae en las madres? En mi caso yo ejerzo ambos papeles y no entiendo por qué en muchas familias tradicionales eso no puede ser así, el cuidado y la educación de los niños debe ser algo, compartido e igualitario».

¿Qué le ha aportado su hijo Nelson? «Nelson ha dado sentido a mi vida. Verlo crecer es ahora el mayor aliciente. Además, como compartimos la pasión por el atletismo, la conexión que tenemos es todavía mayor. La razón de adoptar en Costa de Marfil fue por temas burocráticos, ya que el país admitía las adopciones monoparentales. En 2003 visité Sudáfrica y conocí de primera mano la historia de Nelson Mandela, me impactó mucho, de ahí el nombre de mi hijo», señala.

¿Cómo fue su primera carrera? «Tengo grabado ese día. Recuerdo que me llevó mi hermano a la Alameda y me esperó en la meta. Estaba muy nervioso y no tenía ni idea cómo me iba a ir. Correr por el centro de València, pasar por las Torres de Serrano, muy cerca del barrio donde me crié, fue una experiencia increíble, tanto que cuando llegué a casa lo primero que hice fue buscar nuevas carreras», finaliza.