Me gustaría hacer una mención especial a las segundas oportunidades a las que creo que firmemente todos tenemos derecho. Si particularizo el caso, por una serie de fatídicas adversidades, mi situación se tornó sencillamente insoportable, lo que conllevó a un transtorno personal de dimensiones fatídicas. Me vi solo, prácticamente abandonado y como se suele decir no tenía ni dónde caerme muerto, pero en mi caso literalmente.

Acudí a una serie de entidades, que yo desconocía, que hicieron todo lo posible para volverme a hacer persona. Me acogieron en el CAST (Centro de Atención a los sin Techo), donde me dieron todo el apoyo psicológico que pasados dos años sigo recibiendo: gracias, Marisa. Me acogieron en San Juan de Dios, donde me proporcionaron alimentación y alojamiento con mucho cariño durante más de seis meses; gracias, Mónica. Y un agradecimiento a esa gran casa, dónde me siento como en casa; gracias Isabel y muy especialmente gracias a Santi y Ana.

Creo que es de justicia decir que en una sociedad donde siempre hablamos de falta de servicios y donde por supuesto que a todos nos gustaría que hubiera más, es muy justo decir también que hay unos servicios sociales que ayudan a mucha gente y mucha gente maravillosa a los que les gusta ayudar a los demás. Domingo Miguel Gallego. Valencia.