A Jacobo Muñoz le debo muchas cosas. Entre otras, que siendo yo joven, sin un duro, y afanoso de leer cierto tipo de libros, me permitiera mangarlos de su librería Lauria, al tiempo que me obsequiaba con conversaciones del mayor interés. Y también con alguna que otra cena. En una de ellas, acompañados por su maestro Manuel Sacristán, el filósofo catalán contó una anécdota inolvidable, que me permito resumir.

El editor Manuel Aguilar hizo bastante dinero publicando libros izquierdistas y con parte de él se compró un estupendo coche, que le fue requisado por milicianos durante la guerra civil. El comentario del editor fue tan escueto como sensato: «Marx me lo dió, Marx me lo quitó». Le deseo a Jacobo una divertida estancia en los cielos. Julio Antonio Máñez Pascual. València.