Ismael Mateu, Castelló

Tenía que ser él, estaba escrito. Es el futbolista más querido, junto con Oliva, de la afición albinegra, su futuro como atacante «orellut» estuvo en el aire hasta mediados de agosto e incluso ha sido utilizado como «mecha» durante el tortuoso inicio del equipo para encender la polémica en Castalia, llegándose a hablar de cifras -erróneas, por cierto- en cuanto a su sueldo. Pues sí, fue ese, el bautizado en su día como el Currante del área -Marcos Estruch-, el delantero que tantas dudas sembró al cuerpo técnico, el jugador que ayer le dio los tres puntos al CD Castellón devolviendo la ilusión a toda una afición y a toda una ciudad.

Como casi siempre, su gol fue de cabeza. Pasaban dos minutos del tiempo reglamentario y Pardo, que pasaba por allí, le ponía un preciso balón en el punto de penalti al ariete de Palma de Gandía. Y cómo no, testarazo y a la red. La afición se volvía loca y echando un vistazo al palco se podía ver a un presidente albinegro, José Laparra, más contento que unas «castañuelas». Él y su consejo de administración se habían quitado un peso muy grande de encima.

Marcos ha rematado más de mil balones como ese durante toda su carrera deportiva, pero este tanto tiene una trascendencia insospechada. Primero sirve para romper el maleficio y estrenar de una vez por todas el casillero de triunfos en Segunda División A doce temporadas después; segundo para demostrarse a sí mismos y a toda la impaciente parroquia albinegra que en esta categoría no hace falta se Maradona para ganar partidos; y tercero, quizá lo más importante, el gol le ha salvado la cabeza a Martín Delgado, ya que le mantiene al frente del equipo, al menos una semana más.

Si no hubiese llegado el milagroso tanto la situación se habría complicado en exceso. Un equipo que quiere salvarse no puede sobrevivir con dos puntos de doce posibles, por lo que el triunfo de ayer debe generar esperanza, pero de ahí al optismismo va un trecho. El equipo estaba necesitado de puntos porque le iba la vida, y la agonía se le notó en muchas fases del partido. Los jugadores del equipo de la capital de La Plana saltaron al terreno de juego nerviosos e imprecisos, una circunstancia que se debe corregir de inmediato, porque no se trata de unos alevines.

El CD Tenerife vino a nadar y guardar la ropa, es decir, a no hacer nada sobre el rectángulo de juego y destruir el fútbol del rival, una circunstancia que unida al agarrotamiento «orellut» estuvo a punto servirle para llevarse un empate, cuanto menos, injusto e inmerecido.

Sin duda alguna, y ayer quedó demostrado que en el fútbol hay que jugar con dos puntas y, hasta que alguien demuestre lo contrario, uno de ellos debe ser Marcos... y el otro Epitié. El guineano estuvo bien en todas las facetas, excepto en la falta de pegada, un mal que tiene todo el equipo en general. Pero al menos ayer pudo verse a un gran Miguel García -parece que hay mediocentro para rato-, un seguro Raúl Jiménez, una defensa más solidaria y consolidada que acumula dos jornadas sin encajar un gol, y detalles de Fredi, un desconocido hasta la fecha. La suerte va por barrios y, esta vez, le a tocado al CD Castellón recuperar la ilusión y a Martín Delgado le ha servido para seguir con vida... de momento.