Néstor Vilar, Castelló

La Casa del Inglés (también conocida como Garaje del Inglés) sigue sin ser restaurada ni utilizada cuando han pasado dos años de su subasta pública. El edificio, una construcción de más de un siglo situada en el centro de Castelló -en la confluencia de las calles Escultor Vizcaíno y Luis Vives-, sólo puede ser destinado a albergar dependencias municipales, pero fue una entidad privada quien lo adquirió en una puja.

El estado del edificio denota su desgaste y en el pasado mes de febrero una ventana sufrió desprendimientos a causa de fuertes rachas de viento. Sin embargo, la situación jurídica que mantiene desaprovechado este inmueble -que ocupa un solar de 964 metros cuadrados en el centro de la capital provincial- no parece desbloquearse.

El inmueble, al morir sin descendencia sus propietarios, debía repartirse entre el Estado, el Ayuntamiento de Castelló y entidades benéficas de la provincia. Para ello, el Estado de Economía organizó una puja hace dos veranos, en la que se esperaba que el Ayuntamiento de Castelló obtuviera la propiedad del total del inmueble. De hecho, el consistorio ya había recalificado el terreno para su uso dotacional y había anunciado su voluntad de constituir allí un centro cívico. Sin embargo, a la puja concurrieron entidades privadas que elevaron el precio e hicieron desistir al ayuntamiento. El consistorio estaba dispuesto a pagar (de acuerdo a sus informes técnicos) 1,1 millones de euros, mientras que la entidad privada que finalmente lo obtuvo pagó un montante de 3,2 millones de euros.

La entidad, sin embargo, no puede actuar en la Casa del Inglés, pero sí puede solicitar al ayuntamiento que se le expropie el inmueble. Con todo, el valor de expropiación podría ser inferior al coste de la puja.

Este inmueble debe su nombre a Rusell Ecroyol, a quien los castellonenses llamaban el Inglés en los años 20 del pasado siglo. Se trataba de un obispo anglicano que compró la finca (ya entonces de cierta antigüedad) al escritor Salvador Guinot Vilar por 90.000 pesetas de la época.

En su testamento, Ecroyol dejó la casa a su esposa, María Pérez Rodríguez, pues no tenían descendencia. En 1955, cuando el inglés ya había fallecido, la mujer alquiló la planta baja del inmueble para ser usada como garaje. Pocos años después, en 1962, falleció en Francia. El hermano de esta mujer asumió la propiedad del inmueble. Durante décadas, la casa fue más conocida como el Garaje del Inglés, pues desempeñó esta función hasta que en 1991 el Ayuntamiento de Castelló reparó en que hacía dos años que no cobraba el impuesto de bienes inmuebles (IBI) por esta edificación.

El consistorio averiguó que el propietario había muerto sin descendencia e inició los trámites para variar la calificación del solar, que dejó de ser de uso residencial para ser dotacional.

La Justicia declaró la finca en abintestato (la fórmula para otorgar la propiedad cuando no hay herederos) al Estado. De esta manera, el bien se repartía a partes iguales entre tres entidades: el Ayuntamiento de Castelló, el Estado (a través de la Dirección General de Patrimonio) y asociaciones benéficas de ámbito provincial.

El Ministerio de Economía se encargaba de tutelar el proceso y dio orden a la gestora del garaje de cesar su actividad, pero tuvo que pleitear y finalmente el Garaje del Inglés cerró al acabar el año 2002, iniciándose el proceso de subasta que no dio los resultados previstos.