Si para disfrutar en plenitud es preciso el sufrimiento previo, el Castellón terminará gozando de veras esta temporada. Condenado a la angustia parece el conjunto albinegro, que ayer terminó venciendo apurado al Badalona, dos a uno, tras firmar una notable media hora inicial de dominio, vistosidad y puntería.

Cuestionado desde la primera curva, Vinyals retocó de inicio lo justo a su equipo para que las prestaciones colectivas mejorasen. La posición de Lolo, que estrenaba titularidad en Liga, fue la clave. Partiendo desde la izquierda, se movió con libertad por la zona de enganche, permutando con el compinche Luismi Loro, dificultando la marca, indetectable para el dispositivo defensivo de los visitantes. Más atrás, Héctor Simón ganó al fin un nuevo socio y, al son que ambos marcaron, el equipo se movió grácil en ataque, creando superioridades por dentro con facilidad, con los apoyos de Loro, las diagonales sutiles de Béjar y la escoba de Lázaro, que barrió con jerarquía la zona de rechace.

El primer gol llegó en un córner, pero al córner no se llegó por casualidad. El Castellón vivía en campo contrario cuando encadenó varias situaciones a favor de pelota parada. En el minuto 12, la que enroscó Loro fue despejada hacia la frontal. El regalo lo cazó Héctor Simón, de zurda y de pleno, no muy esquinado pero lo suficientemente duro para que David Valle, el portero del Badalona, no pudiese ni reaccionar. A partir de entonces, con el anhelado uno a cero, a la intención se sumó la confianza, y todo resultó más sencillo, cuesta abajo, durante una primera media hora que se convirtió en un reivindicativo ejercicio de confirmación.

Poco después del cuarto de hora, por inercia lógica, el Castellón alcanzó el segundo tanto. Fue en una armoniosa jugada, veloz de lado a lado el cuero con criterio, hasta que Simón interpretó el instante ideal para filtrar un pase profundo a la carrera de Lolo y romper la cadencia. El andaluz sostuvo el temple ante la expectación y, donde la cal cruza el área pequeña con la línea de fondo, alargó la pausa, esperando la llegada desbocada de Luismi Loro, que empujó a puerta vacía su quinto gol de la temporada.

Pero, con todo de cara, los albinegros se embarraron. A una entrega sencilla fallada siguió un murmullo ante una indecisión defensiva. En realidad, la recta final del primer acto señaló los problemas que se acentuarían tras el descanso. En un polo, Mamady chirrió hasta que fue sustituido. Nunca supo fabricarse el espacio para complementarse con el resto y no es que no ganase un solo balón por alto, es que nunca estuvo ni cerca de hacerlo.

En el otro extremo, a los centrales les salvó el afán corrector de sus laterales. A duras penas, suplieron a base de colocación su evidente lentitud. Les cuesta mucho correr hacia atrás, y poco complicarse con la bola.

Tras el intermedio, Vinyals ubicó a Mamady en el extremo zurdo. Sin tiempo para calibrar el movimiento (luego sólo hubo una bicicleta y falta de lectura posicional), el Badalona redujo distancias. Aturdido en la banda Castillo por una lesión, Simón pifió un despeje de cabeza, y Sellarés, la referencia absoluta del ataque catalán, batió de volea a Rangel.

Con el dos a uno, el tembleque se desató, quizá más en la grada que en el verde. Las sustituciones, justificables, no fueron populares y el Castellón deslució su triunfo. Igual que fue grande en el arranque, se comportó después como un equipo pequeño, desde demasiado pronto. Se rozó el drama con un remate de Sellarés al palo, tras un córner, y al alivio del pitido final sólo le acompaña, por una parte, el recuerdo del esperanzador inicio, y por otra, el regusto práctico de la victoria.