Finalmente saltó la sorpresa. El líder del PSM, Tomás Gómez, se impuso ayer en las elecciones primarias del partido socialista en la Comunidad de Madrid al obtener 7.613 votos (51,8%), frente a los 7.055 (48%) logrados por su rival, la ministra de Sanidad Trinidad Jiménez, la candidata apoyada oficialmente por el presidente de Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, con una diferencia de 558 sufragios. El presidente del Gobierno y secretario general del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, felicitó por teléfono a Gómez, y ambos prometieron «estrechar sus relaciones». También la presidenta madrileña, esperanza Aguirre, quiso felicitar al que será su rival por la presidencia regional en unos pocos meses.

Se cierra así un largo proceso que se abrió el 7 de agosto, cuando Tomás Gómez se reunió en La Moncloa con José Luis Rodríguez Zapatero, y en una tensa reunión, le dijo que no iba a dar un paso atrás en favor de Trinidad Jiménez, a la que una encuesta de Ferraz daba con más posibilidades que Gómez de ganar a Aguirre. Jugador temerario, Gómez salió hace dos meses de La Moncloa dispuesto a ganar su supervivencia y ayer lo consiguió. Los militantes le demostraron su apoyo, y eso le da oxígeno.

Tras el triunfo del ex alcalde de Parla, la segunda planta de la sede del PSM de Callao se convirtió en un hervidero y los militantes ya entonaron un solo grito: «Presidente, presidente, presidente».

Revés para Zapatero

El resultado deja al presidente del Gobierno en una incómoda posición. El PP le puede acusar ahora de no tener ni siquiera peso suficiente para que los militantes de su partido atiendan a sus preferencias, y porque el movimiento crítico con su figura, hasta ahora difuso, se puede hacer sentir con más fuerza.

El llamamiento a la participación surtió efecto y se registró una participación superior al 73% del censo. Unos 18.000 militantes tenían derecho a participar en este proceso. De esta manera, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, ha recibido un fuerte varapalo, ya que se había postulado a favor de Jiménez. De hecho, Gómez había forzado las primarias al no aceptar la decisión del aparato del PSOE de colocar a la ministra como presidenciable para la Comunidad de Madrid.

Gómez, así, ha conseguido que calase en la militancia madrileña su discurso de autonomía del partido frente a la dirección federal. Por su parte, Jiménez había apostado por presentarse como la candidata con más posibilidades de evitar una nueva mayoría absoluta de Aguirre, según encuestas internas que manejaba la cúpula del PSOE.

Durante los dos últimos meses, los equipos de Gómez y Jiménez se han acusado de contraprogramarse actos, de pucherazo, de que uno era el candidato de la derecha –según llegó a decir de Gómez el equipo de la ministra, reproche que después dejó de formular por los enormes riesgos de división interna que podría entrañar–, y de que Jiménez era la aspirante del aparato del partido.

Frente a los riesgos de fractura, la dirección socialista ha mantenido que las primarias han servido para movilizar a la militancia y que el PSOE ha demostrado esta vez que sí le importa Madrid, una comunidad que lleva en manos del PP más de 15 años. Durante la jornada, Gómez había declarado que «hoy el PSM coge el liderazgo de sí mismo e inicia el liderazgo de esta Comunidad». El tiempo dirá.