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Una botella en el suelo, un círculo de estudiantes sentados anárquicamente, sonrisas, conversaciones más o menos culturales y algún que otro cigarrillo... Esta es una de las imágenes que se repetía ayer en el campus de la Universitat Jaume I con la música de conciertos y un constante devenir de variopinto alumnado como telón de fondo.

Químicos, publicistas, administradores de empresas, periodistas, informáticos, ingenieros industriales, traductores, historiadores... De todos los estilos y de todos los colores, fueron pocos quienes no acudieron al campus –y muchos quienes faltaron a clase– para celebrar la Fiesta de Bienvenida de la UJI con el aliciente de que este año el evento retornaba a la ciudad universitaria.

Las condiciones eran claras: un aforo máximo de 13.000 estudiantes, acceso restringido a alumnos de la UJI gracias a un sistema de pulseras, prohibida la entrada de vidrio y cierre de puertas a las 2.30 horas para no incomodar a los vecinos.

La fiesta era el colofón al programa de actividades de la Semana de Bienvenida. Entre las 18:00 y las 2.30 horas, los solares ubicados junto a la residencia de estudiantes vibraron con un cartel en el que destacaban las actuaciones de Aluminosis, Los Inhumanos, Pignoise, Soraya, Robert Ramírez y los hermanos Juan y Victor Magan. El regreso de la Fiesta de Bienvenida al campus universitario estuvo marcado por la limitación del horario y la restricción del acceso a los castellonenses que no portaran su pulsera naranja de estudiante, una acreditación que se ha repartido durante toda la Semana de Bienvenida en la caseta del Consell de l´Estudiantat.

La fiesta comenzó temprano para poder también concluir antes, aunque el estudiantado sigue sin acostumbrarse a este horario y los conciertos no se llenaron hasta que cayó la noche.