El viaje parabólico del Villarreal de Fernando Roig conduce esta noche al estadio Santiago Bernabéu, precisamente donde comenzó su aventura entre los grandes, hace más de una década, en el último día de agosto de 1998. Perdió entonces el equipo azul y amarillo, 4-1, pese al gol inicial de Craioveanu, y el desquite de esa sensación de derrota, tan habitual a domicilio ante el Madrid, es una de las cuentas pendientes de este valiente, corajudo y ambicioso Villarreal.

Porque poco le falta por lograr al club de La Plana Baixa, en todos estos años de fútbol creciente y luminoso. Bajó y volvió a subir, de inmediato, y lo hizo para quedarse. Después fue subiendo peldaños, de uno en uno para no caer, y primero aprendió a no sufrir para mantenerse, luego asomó la cabeza en Europa, vía Intertoto, asaltó el Camp Nou, alcanzó las semifinales de la Liga de Campeones y subió al pedestal autonómico para mirar de tú a tú, y ahora incluso por encima del hombro, al vecino valencianista. En pleno éxtasis amarillo, tras la memorable remontada copera ante el cuadro ché el pasado día de Reyes, los muchachos de Garrido abordan hoy uno de ésos desafíos todavía por cumplir. Queda el cénit del título para coronar la obra, y para que quede patente en la vitrina, y queda conquistar el imperio de Chamartín, un partido que no es uno más, por la talla del rival, porque nadie quiere conformarse tan pronto y descartar la segunda plaza, y porque nunca ha ganado el Villarreal en el feudo del club más veces campeón de Liga.

Además, el Villarreal se dará uno de esos gustazos que tanto reconfortan a la parroquia amarilla. Irá al Bernabéu a pecho descubierto y, si alguien ha de tomar precauciones será el entrenador local, José Mourinho, porque el equipo de Garrido saldrá a reivindicarse a sí mismo, como hizo en el Camp Nou, por encima de todas las cosas, incluidas las bajas de Marchena, Senna y Nilmar, subrayando sus señas de identidad para tener algo que celebrar sea cual sea el resultado.

Así, se espera que Garrido repita el once copero, con la permanencia de Marco Ruben en punta, acompañando a Giuseppe Rossi, y con la excepción del regreso de Diego López a la portería.