Los familiares de Federico Gil Ribera, que falleció envenenado el pasado día 17 de febrero, pidieron ayer «justicia». Mientras, la Benemérita investiga si el producto que acabó con la vida de Federico Gil pudiera ser matarratas. Por el momento hay una única detenida –M.M.A., su compañera de vivienda–, que pudo causarle la muerte al ir suministrándole alguna sustancia tóxica que afloró durante la autopsia.

Tras conocer la detención de la mujer, Cristina Gil, hermana del fallecido, admite que todo apunta a que ella lo hizo. A su juicio, «lo ha hecho solamente para quedarse con el chalé, porque estaba convencida de que iba a heredar la casa y un coche que tenían».

La mujer podía haber utilizado algunos de los productos químicos almacenados en la propia vivienda. La noche del velatorio, las hermanas se armaron de valor e investigaron las causas de la muerte repentina de su familiar. «Tenían la casa llena de productos tóxicos, porque lo hemos visto en el garaje. Incluso cogimos tres botellas, una de sosa cáustica y otras dos de otros productos. No nos quería abrir el garaje. Mi intuición me decía que sí, quién iba a ser si estaba comiendo y cenando en su casa. Mi hermano comía poco y le ha sido muy cómodo ponérselo en la bebida», añadió.

Según explicó Cristina a Levante de Castelló, «le mostró a mi hermana un papel diciendo que la casa ahora era suya y yo le dije que no era su casa porque mi hermano la había heredado mientras viviera».

Otro dato que las hermanas de Federico encontraron extraño fue el hecho de que hace cuatro meses la mujer convenciera a la víctima para hacer un seguro de entierro «por si a ella le pasaba algo; así nos lo contó».

También ven sospechoso que su hermano, operado hace cuatro meses, estuviera perfecto de salud y con los análisis correctos. «Tenía muchas ganas de vivir», pero admiten que «cambió mucho» desde que conoció a su novia. Según relata, «esta mujer que era de Toledo llegó a la vida de mi hermano con una bolsa de plástico. Vivió muy bien con él, vivía de él. A él le dio pena esta impresentable y mira, además de destrozarle la vida, acabó con él».

Por último señala que, a pesar de la delicada situación económica por la que atraviesan, las tres hermanas van a intentar por todos los medios, y con un abogado de oficio, «que ella se pudra en la cárcel, porque a nuestro hermano no nos lo va a devolver nadie. Al menos que le caiga el máximo, será nuestra tranquilidad», concluye.

El Juzgado de Vinaròs ha decretado el secreto de sumario e investiga el caso mientras que la Guardia Civil prosigue con las pesquisas.