La tradición y el recuerdo de los que ya no están marcaron ayer la celebración de Todos los Santos en cada uno de los 136 municipios de la provincia de Castelló. Numerosos castellonenses se acercaron hasta el cementerio para visitar a familiares y amigos fallecidos, portando flores como recuerdo. La jornada también ofreció una imagen poco habitual para estas fechas, la de numerosas personas paseando por la playa, ya que muchos aprovecharon las buenas temperaturas para acercarse a disfrutar de un día casi veraniego.

La festividad de Todos los Santos deja muchas imágenes para el recuerdo, especialmente la de los castellonenses que se acercan al cementerio a visitar a los seres queridos que ya no están. Para evitar atascos y problemas debido a la masiva afluencia a los campos santos, la Policía Local y la Guardia Civil pusieron en marcha dispositivos de seguridad para velar por el tráfico en los principales cementerios de la provincia.

Sin duda, seguridad es que la se respira en el cementerio de Burriana, donde los vecinos se sorprendieron ayer al encontrar las cámaras de vigilancia en las entradas al cementerio, y en las zonas más transitadas.

Otra de las imágenes que dejó la jornada de ayer fue la del cementerio de Coratxar. En el corazón de la Tinença de Benifassà se respira tranquilidad, paz y descanso. En Coratxar únicamente residen tres familias. En lo alto del pueblo, a más de 1.300 metros de altitud se halla el campo santo más alto de la Comunitat Valenciana. Se trata de un cementerio parroquial, construido junto a la iglesia románica de la localidad, también una de las más vetustas del territorio.

Al ser un cementerio perteneciente a la iglesia junto a él hay otro en el que enterraban a los que se quitaban la vida. En Coratxar no entierran a nadie desde 1994. Desde hace 17 años el cementerio únicamente es punto de visita de familiares de fallecidos; ya no se celebran sepelios, ya que todos los difuntos tienen su destino en el cementerio de la Pobla de Benifassà.

El cementerio abre según el deseo de los vecinos, quienes pueden solicitar la llave a la parroquia para visitar a sus antepasados. No obstante, las visitas son escasas. Estos días la actividad, como en cualquier otro campo santo, se incrementa. En el cementerio únicamente se pueden distinguir las fosas de enterramiento y alguna cruz de hierro oxidada. Las de madera han sido pasto de las inclemencias climatológicas. Al estar ubicado en lo alto del pueblo la nieve, el viento y los elementos han acabo con las cruces.

Lo cierto es que la sepultura no siempre fue fácil. Cuenta la tradición que en una ocasión los vecinos tardaron cuatro días en enterrar a un fallecido. No podían llegar al cementerio a causa de una gran nevada.

Recuerdo musical

Muchos vecinos que acudieron ayer al cementerio de la Vall d'Uixó se sorprendieron al ver como diversos componentes del Ateneu Musical Schola Cantorum de la localidad ponían la música en tal lugar. En concreto, era el homenaje de la entidad a todos los músicos locales y representantes de las artes escénica que nos han dejado.

Así se interpretaron piezas musicales y se leyeron poemas frente a las tumbas o nichos de personalidades ilustres como Leonardo Mingarro, autor de la letra del Himno de la Vall, que este año cumple su centenario, Joaquín Rambla, director de la Filarmónica Centre Vallense, Fulgenci Badal, que entre otras cuestiones en 1915 fue director de la Lira Nou Centre de la Vall, Miguel Arnau Abad, uno de los fundadores y que fue director del Ateneu Musical Schola Cantorum, Alejandro Valero, que recuperó las artes escénicas para la entidad, y la soprano vallera Carmen Tur Melchor. En este ocasión, los protagonistas fueron la Jove Orquestra del Ateneu Musical Schola Cantorum, el Grup de Cambra y el Cor Infantil.