La idea del equipo de gobierno municipal era darle valor a los restos de la muralla medieval enterrados en la plaza Cardona Vives, pero finalmente se tendrá que contentar con una réplica en superficie para dar a conocer a los castellonenses parte de su historia. La portavoz del consistorio y concejala de Cultura, Verònica Ruiz, desveló ayer que los informes técnicos pedidos a la Conselleria de Cultura para ver los pasos a dar desaconsejan, como así estaba previsto, poner un cristal en la vía pública para ver desde la calle estos restos. La explicación no es otra que la posible aparición de filtraciones y humedades en la zona que podrían ser un problema para estos restos arqueológicos.

Fue en 2013 cuando las obras para poner habilitar el trazado del Tram por el centro de la ciudad sacaron a la luz parte de la muralla medieval, aunque la decisión final fue volverlas a tapar y seguir adelante con la obra. El pasado año Verònica Ruiz adelantó el objetivo del equipo de gobierno de darle valor de alguna manera a esos restos. Descartado por su coste volverlos a desenterrar, la primer opción pasaba por poner un cristal, algo que ahora tampoco aconsejan los técnicos.

Por tal motivo, Ruiz señaló que «lo que haremos será una reconstrucción en el exterior», actuación aún por definir, que servirá para explicar los orígenes de la ciudad y recordar los restos del subsuelo, algo que «todos los ciudadanos ya saben que están ahí».

Lo cierto es que poco éxito ha tenido en lo últimos años el patrimonio de la capital de la Plana que ha ido viendo la luz a consecuencia de actuaciones urbanísticas. El ejemplo lo encontramos en la plaza de las Aulas, donde la construcción del aparcamiento subterráneo en la zona en 1994se encontró de bruces con la base de lo que se denominó La Torre dels Alçaments.

Fue tal la expectación que incluso se llegó a hablar del «hallazgo del siglo». Hoy, 23 años después, apenas queda en el recuerdo el importante hallazgo, tapado con un cristal opaco. Eso so sí, tiene abierto al público, con cita previa, un pequeño museo cuya existencia desconocen miles de ciudadanos. Un ejemplo es el balance de visitas, apenas una veintena de forma anual.