Ángel Beltrán, el último de los testimonios de los bombardeos la aviación nazi sobre Benassal, falleció esta semana a la edad de 94 años. Beltrán mantenía la memoria viva de unos sucesos que sucedieron en el mes de abril de 1938 y que ocasionaron la muerte a 40 personas en los municipios de l'Alt Maestrat de Benassal, Vilar de Canes y Ares, además de la destrucción de numerosas viviendas y edificios públicos.

Los bombardeos respondían a un experimento de un escuadrón de la Legión Cóndor, perteneciente a la aviación nazi, que como preparación para la guerra que parecía avecinarse en el plano europeo,trataba de probar la capacidad de alcance y de transporte de unos aviones Stuka en el contexto de la Guerra Civil española.

El testimonio de Ángel Beltrán, al igual que otros muchos, ha sido recuperado por la productora valenciana Suica Films, que en 2018, coincidiendo con el 80 aniversario de los sucesos, estrenará un documental sobre el caso, recuperado de archivos alemanes por el investigador de la Universitat de València, Óscar Vives.

El testimonio de Ángel Beltrán también fue recogido en una entrevista en el digital La Directa, en 2016. En esa pieza periodística, Beltrán relataba de manera muy gráfica que «cuando caían las bombas, parecía que tiraban hombres vestidos de negro». Beltrán indica en la entrevista que vio la llegada de «tres aviones que se acercaban en línea, que bajaban haciendo un ruido muy fuerte y soltaron tres bombas». Con el suceso, volvió al municipio rápidamente y encontró a «la gente llorando y recogiendo cadáveres». La misma pieza indica que en el bombardeo de ese día en Benassal fallecieron 15 personas.

El documental también incide en que los responsables militares del bando franquista aprovecharon la circunstancia para facilitar la entrada del ejército sublevado en la provincia de Castelló. En las fechas de los bombardeos, las tropas franquistas se encuentran en el Maestrazgo aragonés y la intención de las bombas es barrar la posible resistencia de los municipios de l'Alt Maestrat, camino de Castelló para cortar la línea republicana entre València y Barcelona.

Como sucedió en muchas familias de la zona, la llegada del ejército sublevado provocó la huida de numerosas personas. Un miedo agravado con las muertes provocadas por las bombas. En este sentido, Beltrán relata que «como no estábamos seguros, al día siguiente fuimos a buscar una cueva, pero como no la encontramos, seguimos el camino hasta Castelló». Desde la capital de la Plana les llevaron hasta València y allí se desplazaron hasta Villarrobledo, donde esperaron el final de la guerra. Al volver al municipio, Beltrán aseguró que «entre las bombas y lo que nos habían robado, ya no nos quedaba nada». Descanse en Paz.