Quiso la Escuela de Tauromaquia de la Diputación de Castelló organizar una novillada en clase práctica durante las celebraciones de la Magdalena, que así mismo servía como nexo de unión entre las dos partes en que quedaba separada la feria de abono. Llegaba así el día de las oportunidades para aquellos jóvenes que trabajan duro durante el año por abrirse un hueco en el escalafón de plata y sirve esta cita como examen del aprendizaje cultivado a puerta cerrada y de su capacidad de mostrarlo en público y ante novillos de exigencia. Una vez más serían los utreros de Fernando Peña los encargados de dar buen juego en la plaza como ya hiciesen sus hermanos en la novillada picada. Andreu y Rivera, dos aspirantes de la tierra entre los presentes en un cartel internacional. Respuesta excepcional del público de Castelló.