No todos los restaurantes pueden decir que sus suelos, sillas, mesas,... han visto los pasos durante un siglo y que siguen tan vivos y frescos como el primer día. En los años veinte los agüistas inundaron la Font d'En Segures de Benassal. Con su llegada nacieron hoteles y restaurantes como La Castellana. La familia Roig regenta este establecimiento ubicado en la Font d'En Segures de Benassal, justo al lado de la fuente de la que emana el agua que ha curado tantos riñones, o al menos eso dicen los que la han bebido.

El Agua de Benassal no falta en la mesa de La Castellana, que abre todos los fines de semana y de manera continuada en periodos vacacionales y en verano.

Como son familia nadie quiere tomar más protagonismo. Todos trabajan unidos en el restaurante y el hotel. De la cocina de La Castellana salen platos con productos «del terreno», aunque aderezados más allá de los conceptos clásicos de la cocina. Eso sí, no se pierde en ningún momento la esencia de las dos carnes por excelencia en l'Alt Maestrat: el cordero y el conejo. Les acompañan las setas de la zona, la miel o las hierbas aromáticas que crecen en las muelas y suaves valles de la comarca.

Otro producto que no falta en la cocina de La Castellana es el fruto seco que define el paisaje de Benassal: la avellana. El entorno del restaurante lo conforma el bosque del Rivet, un encinar y robledal centenario, y un sinfín de bancales de avellanos. Este fruto seco llegó a Benassal en los 50 y 60 y se ha convertido en una seña de identidad del municipio, principal productor de la provincia de Castellón.

Mari Carmen Moliner, la cocinera, comenta con satisfacción que «siempre tenemos en la carta algún plato con avellanas». Desde hace varios otoños los restaurantes de Benassal se unen para organizar unas jornadas gastronómicas de la avellana. De estos menús especiales «se quedan en carta los platos que más gustan a los que nos visitan».

Repostería de la zona

En los postres no faltan tampoco los orígenes de la repostería de la zona. La confitura y la pasta de los pasteles tienen nuevas formas, texturas y presentaciones, pero sin olvidar el sabor que se puede encontrar en cualquier horno de Benassal.

Por otro lado, hace unos años el restaurante y las habitaciones de La Castellana fueron sometidas a una transformación en la que se han respetado la mayor parte de los elementos históricos. Las mismas puertas, las mismas ventanas de madera, sillas con casi un siglo de historia... Todo actualizado, al igual que la cocina que conserva los productos originarios del Maestrat pero que los presenta en la mesa con el atractivo del siglo XXI.

En La Castellana se puede comer y dormir. Las habitaciones, actualizadas a las necesidades de hoy, evocan también los felices años 20. La arquitectura del conjunto del restaurante y el hotel también nos trasladan a la época. En La Castellana se pueden matar el cuc de comer bien en el Maestrat y, además, satisfacer nuestra necesidad de pausa y tranquilidad como colofón a una buena comida.

El bar y el comedor de La Castellana invitan a sentarse, trasladar la mente, y disfrutar de los sabores de siempre con aires de hoy en la Font d´En Segures de Benassal.