El 16 de junio es la fecha en que transcurre el Ulises de Joyce y el día que los seguidores del escritor festejan la efeméride ficticia ataviados a la manera de los personajes de su novela. Así, los lectores (y los que no la han leído) se congregan para emular las peripecias de Leopold Bloom, su protagonista. Como la acción transcurre ese día, Dublín centra todos sus esfuerzos publicitarios en la promoción de la jornada, el «Bloomsday», como si se tratara de un San Patricio civil y laico.

Con solo dos días de diferencia, el 14 de junio, Castelló conmemoró durante décadas su «Día de la Liberación», la fecha del santoral civil que la dictadura franquista hacía sonar la sirena. El relato de este Ulises sin Joyce lo realizó el Aula-Militar Bermúdez de Castro y reza así: «En los naturales, momentos de confusión, Castellón ha quedado sin defensa, y desatendida la zona norte, pequeñas unidades del 2º Tabor de Regulares de Ceuta, que, por el Caminás y Ermitorio de Lidón se aproximaban a Castellón, penetraron a las 19,30 en la ciudad por la Plaza de María Agustina y avanzaron por la Calle Mayor hasta el cruce de la calle Colón. Desde este punto se extendieron hasta la Comandancia Militar en la Plaza de la Paz y otro grupo izó la Bandera Nacional en el Campanario, siendo El Grao ocupado sin dificultad por la Agrupación Civantos de la 83 División. Numerosos castellonenses salieron a recibir entusiásticamente a esta unidad y confraternizasen con ellos, comenzando a engalanar los balcones con banderas nacionales guardadas con amor y riesgo y obsequiando a los soldados con lo que tenían. (...) El momento fue sumamente crítico, la emoción de creerse liberados había lanzado a gran parte de la población a manifestar su entusiasmo, y por error, recibieron con vítores a los soldados y carros de la 6ª División, y fueron muchos los que pagaron su entusiasmo con la vida. La población civil se escondió en los refugios subterráneos, pero al dejar muchos balcones engalanados con la Bandera Nacional que también estaba en lo más alto del campanario en donde permaneció todo el tiempo, enardeció la desesperación de algunos fanáticos que en venganza cometieron entre la noche del 13 y 14 de Junio toda serie de asesinatos y violencias lanzando bombas de mano en los refugios; otros tuvieron más suerte y por la fuerza fueron obligados a marchar en dirección a Valencia».

¿Acaso Crescencio López, alias Chencho, podría haber sido nuestro Leopold Bloom?