Escasean las alegrías en el Castellón de las últimas décadas. Sergi Escobar tiene el domingo la oportunidad de unirse al selecto club de entrenadores que ha logrado un ascenso con el CD Castellón. En lo que va de siglo solo lo consiguió Álvaro Cervera, en 2005. El último del siglo XX llevó la firma de Luiche, en 1989.

La historia se repite en los últimos años del Castellón, que tropieza reincidente en la promoción. En 2015, Álvaro Cervera recordó en este diario cómo fue aquel ascenso suyo, con el 1-0 sufrido y necesario ante el Zamora en Castalia, para devolver al Castellón al fútbol profesional tras once años en Segunda División B. «En aquel partido la afición significó muchísimo», dijo, «sin ellos no lo habríamos conseguido». Cervera señalaba la «experiencia» de los jugadores como otro factor clave. «Hay que tener futbolistas que sepan jugar estos partidos, que hayan vivido esta clase de momentos», indicaba, «y los que no sepan jugarlos o no tengan esa experiencia deben tener el apoyo de la afición, porque es la única manera de que ofrezcan lo mejor de sí».

De rival a ídolo

Es curioso que el entrenador Álvaro, ídolo en 2005, amargó al Castellón en 1989, como jugador del Mallorca. El equipo de Luiche necesitaba, para subir matemáticamente a Primera, ganar en Castalia al Mallorca, con quien cultivaba una rivalidad creciente en aquellos años. El conjunto balear se quedó con diez en la segunda mitad, y el expulsado fue Álvaro Cervera, temperamental, que se marchó realizando cortes de manga a la grada. El partido acabó con empate a cero. Hubo que esperar «una semana de gran tensión», como recordaba el propio Luiche con motivo del XXV aniversario. «Los jugadores supieron estar. La clave fue competir». La jornada siguiente en Burgos, con otro empate a cero, Luiche consiguió el ascenso.

El vínculo entre aquel equipo y el presente es Antonio Manchado, entonces futbolista y ahora delegado del primer equipo. El canterano orellut jugó 32 partidos aquella temporada, marcando un gol y realizando una gran labor en la escolta del cerebro Vinyals en el centro del campo. «A nosotros los albinegros», rememoraba Manchado hace unos años en el paisaje apocalíptico de Tercera, «nos apena mucho lo que está pasando. Los que lo llevamos en el corazón damos gracias por estar todavía vivos. Nadie da un duro por nosotros, pero ahí seguimos y seguiremos». Y ahí está, echando una mano para otro ascenso.