Podría sustituir todo este artículo de opinión por una foto y lo entenderían mejor que con cualquier explicación que les dé. Me refiero a la imagen que dejó el pleno extraordinario de Almassora este viernes: 12 manos alzadas (Partido Socialista, Compromís y Se Puede) y las miradas al suelo y brazos en la mesa de los concejales del Partido Popular, Ciudadanos y Sergio Manrique (representante de sí mismo) para no apoyar las obras del colegio Santa Quitèria y Embajador.

No puedo cambiar este texto por esa foto, pero intentaré describírsela para que se hagan cargo de lo que allí vivimos junto a los afectados de ambos colegios que nos acompañaron. El mismo Partido Popular que concentró a niños de diferentes edades en una misma clase del colegio Santa Quitèria (otro de los que nunca ha visto un ladrillo) pidió que nos negáramos a aceptar la actuación (el dinero y la construcción) y dijéramos a la Conselleria de Educación que no, que el Edificant al que nos adherimos en noviembre ya no lo apoyamos porque existe una consideración de los técnicos ante un hipotético caso (que nunca se ha producido) de imprevistos en los trabajos.

Los que confiaron en la ruina de Ciegsa y el negocio de los barracones nos acusaban de imprudentes por sacar adelante el plan Edificant, que siguen todos los pueblos con las mismas condiciones. Esa era su excusa. Incluso dejaron caer la ilegalidad y hasta la prevaricación si continuaba adelante el proceso y que nos podrían llevar a los tribunales pero no lo iban a hacer. Será que no hay motivo.

Eso dijeron ante los sorprendidos (y defraudados) afectados del Santa Quitèria y Embajador Beltrán presentes en el salón de plenos. Y lo estaban porque como yo, como todo el equipo de gobierno, saben perfectamente que la consideración de los técnicos nada tiene que ver con la duda que tratan de sembrar entre los vecinos. ¿Creen que me jugaría mi inhabilitación profesional como abogada ante una situación así?

Se lo dijo el portavoz socialista, Santiago Agustí. Esperábamos unanimidad en la votación para evidenciar que todo el Ayuntamiento quiere que esos colegios se construyan lo más rápido posible. Hasta el último momento pensamos que dejarían a un lado su versión más kamikaze y aceptarían que Edificant es la única solución para avanzar esas obras. Sabemos que no ha sido idea suya, ni de su gobierno que plantó barracones a diestro y siniestro, exprimió al Santa Quitèria hasta dejarlo al borde de la desaparición y mantuvo al Embajador como estaba cuando lo ocupábamos los de mi quinta. Lo sabemos, pero no hacía falta evidenciarlo con una pataleta de oposición sin altura de miras.

Sólo era necesario que levantaran la mano para acelerar las obras de los dos colegios no menos de cinco años como dice el informe del arquitecto municipal, aunque la versión de este técnico les interesa poco. Pero la rabia de ver que sale adelante una iniciativa de este gobierno les pudo porque su objetivo es consumir la legislatura y acusarnos de que no hemos hecho nada. Lo que pasa es que no calcularon los riesgos de esa maniobra absurda que dejó la imagen que les sentencia para siempre: si no fuera por los votos del Partido Socialista, Compromís y Se Puede mañana mismo el proceso para construir los dos colegios se paraba. Ahí queda la foto de las manos que aprueban un momento histórico y las que no.

Y en su huida hacia ninguna parte, con una abstención que nace del ego partidista y no del bien para el pueblo, llegó la inmolación definitiva: meter en el saco al Regina Violant, como si no supiéramos que sigue un cauce distinto porque su proceso se inició antes. Los mismos que no hace mucho aún creían en la empresa que abandonó las obras por dinero intentan convencer al pueblo de que no queremos construirlo. ¿Seré la única alcaldesa del mundo que no quiere abrir colegios y prefiere tener a 600 familias enfadadas? ¿O será que las gestiones siguen aunque hemos topado con obstáculos de toda clase, empezando por su falta de previsión allá por 2006?

Créanme, lo último que quiero es ayudarles en su campaña electoral, pero piensen bien si no les convendría rectificar cuando votemos los proyectos del IES Álvaro Falomir y los demás que llegarán. Ya sabemos que no quieren verlos avanzar en esta legislatura, pero al menos disimulen.