En pleno clima enrarecido por la guerra abierta por el presidente del CD Castellón contra la alcaldesa de la capital de la Plana, Amparo Marco, echa a rodar el balón en el Estadio Castalia. Regresa el fútbol 62 días después del esperado ascenso de Tercera a Segunda B, y 2.519 días después de que el feudo castellonense viera jugar por última vez a su equipo en la división de bronce del fútbol español. El renovado conjunto albinegro se estrena contra un gran rival, el Atlético Baleares, equipo rocoso que se ha reforzado para pelear por el ascenso al fútbol profesional, es decir, a lo mismo que quieren aspirar los capitalinos.

Es de esperar que cuando el colegiado decrete el inicio del partido la afición que se congregue en las gradas de Castalia se dediquen a animar al equipo y se olviden de repetidas reivindicaciones. Durante los noventa minutos el equipo de Sergi Escobar necesitará el aliento de la grada para así intentar combatir contra un contrincante que se lo va a poner muy complicado.

El Castellón ha dado el salto del infierno de la Tercera al desierto de la Segunda B. Se quiere que sea un año de transición. Este club, con la masa social que arrastra, merece estar en el fútbol profesional. En esa Segunda en la que se militó hace ocho años, y que se perdió debido a la desidia y el abandono de los infaustos Antonio Blasco y José Manuel García Osuna, que dejaron morir al equipo hasta descenderlo a Segunda B.

Para esta primera cita de la temporada 2018-19 el técnico Sergi Escobar tendrá las bajas seguras de los sancionados Marc Castells y David Cubillas, a los que hay que unir al lesionado Jesús López, y tanto Yarik como Theo García que por diferentes problemas personales no estarán disponibles. El Atlético Baleares del técnico eibartarra Manix Mandiola sólo tiene la baja del lesionado Adrián Hernández, al que le quedan dos meses de recuperación antes de volver a jugar.